El Peso Del Oro

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Aquí estaba yo, de pie, frente a aquella gran maravilla en la que todas aquellas personas querían ingresar, El Titanic, es llamado, "El barco que no se hunde".

-¡Tercera clase, pasar por el proceso de limpieza!.

No se me hacia tan impresionante, después de todo, era solo un barco, solo que un poco más grande que el resto.

-Muévete –Me empujo el guardia que viene conmigo, una pesadilla.

Podría decirse que era una cuestión de suerte el que esté a punto de ingresar en aquel enorme barco, pero no como aquellas personas con sus trajes refinados, sus sombreros hechos a manos o con sus autos con oro incrustado.

Era un esclavo, mi triste realidad, uno lleno de sueños y esperanzas. Podría decirse que algo incrédulo, pero no soy tonto. ¿Mi delito?, ¿Vivir es un delito?. Podría decirse que si, ya que ni yo se la verdadera razón por la cual me arrestaron e enviaron por todo un mundo, pasando de miles residencias, hasta ahora ser enviado a una nueva región, América.

Tal vez era cuestión por ser pobre, hoy en día lo que importa es el oro y en cuanto billete das. Entre más mejor.

-Por aquí –Me sujeto fuertemente de mi brazo inmovilizándome, solo para pasar un cepillo por mis cabellos.

-No tengo pulgas señor –Respondí irónicamente recibiendo un golpe en mi nuca por parte de la pesadilla que me transportaba.

-Discúlpelo, este joven no fue inculcado bajo ninguna moral –Le sonrió al hombre, tan solo me limite rodar los ojos por lo patético que sonaba.

-Es algo típico entre esta clase de gente, no se preocupe, no es el primero –Termino por cepillar mis cabellos haciéndole una seña al hombre de que podía seguir.

-Desde ahora vas solo, espero un buen comportamiento mientras el barco este en marcha –Levanto su dedo hasta la punta de mi nariz cerrando sus ojos en un intento de verse amenazante –Una sola queja será suficiente para recibir un castigo doloroso y mortal.

Solo moví mi cabeza de arriba abajo, mientras el hombre me quitaba las esposas de mis muñecas, al hacerlo sentir un aire de libertad, solo hasta después de ser empujado con brusquedad pasando de la puerta y caer al suelo.

El sonido del barco avisando que zarpara retumbo por mis oídos, me tome el tiempo para masajear mi codo, arrugando mis labios en un gesto de molestia, para luego levantarme y ver que iban quitando el pequeño puente de ingreso.

Aquel guardia aun me veía con su mirada amenazante desde lo bajo del barco, un pequeño impulso que no pude retener hizo que sacara mi lengua logrando que este se pudiera rojo de la furia.

-¡Pequeño demonio! ¡AHS! –Estaba a punto de subir de nuevo si no fuera porque fue empujado por dos jóvenes lo cual hizo que riera en carcajadas.

-¡Esperen! ¡Dos pasajeros más! –Grito lo que sería un joven rubio el cual no preste suficiente atención.

-¿Pasaron por el proceso de limpieza?

-Por supuesto, no tenemos ni un piojo en la cabeza, somos americanos, ambos lo somos

-Bien, pueden ingresar

Decidí que ya era tiempo de levantarme, aquellos dos últimos que ingresaron por poco y me devuelven al suelo, por fortuna pude hacerme a un lado y sujetarme de la pared antes de que lo hicieran, parecían entusiasmados, ojala tuviera ese mismo entusiasmo. Podría tenerlo, puedo disfrutar, ya que estaré por mi cuenta en este enorme barco. ¡Eso es!. Debo aprovechar cada segundo, minuto, hora y día en el barco. Nadie me dirá que hacer, como actuar, después de todo los que estaban junto a mí en el mismo pasillo, eran iguales o parecidos en mi condición.

Quién diría que estar en la franquicia de Inglaterra era una ventaja.

Me tome mi tiempo para explorar y recorrer los pasillos en los que me permitían estar, me dieron una habitación, ¡Nunca había tenido una!, lo compartía con otros tres hombres, los cuales descubrí que son grandiosos, llenos de relatos u historias maravillosas que hacen volar tu imaginación.

Tan solo era mi primer día y ya era maravilloso. Nadie me desprecio, nadie me juzgo, mucho menos relataron lo rasgado de mis ojos o el que era extranjero, es aun mejor de lo que pude creer.

En eso se baso mi grandioso día.

Mamá, tu hijo tiene un plan, uno maravilloso, ir a nuevas tierras puede ser mi oportunidad, nadie sabrá de mi y cuando lo sepan solo dirán ¡Caballero, park!, ¿No suena genial?. Aunque no sé nada de modales, pero aprenderé, te prometo que no seré igual a ellos, mi dinero será dado a quienes son como yo, solo tengo que tener paciencia y determinación ¿No?, tal y como me dijiste antes de irte.

Hare que las cosas sean diferentes y estarás orgullosa de tu hijo.

Hare que las cosas sean diferentes y estarás orgullosa de tu hijo

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𝑇𝐼𝑇𝐴𝑁𝐼𝐶 𝐋𝑎 𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝐽𝑎𝑚𝑎́𝑠 𝐶𝑜𝑛𝑡𝑎𝑑𝑎 (KM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora