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Cada que el hombre frente a él tomaba una pausa o se giraba hacia el pizarrón la mente de Jungkook divagaba en que tendría un almuerzo con Kim Taehyung. Debía admitir que estaba nervioso, pero más que aquello; estaba asustado.

Jungkook sabía que era demasiado débil y, aunque levantarse no era el fin del mundo, odiaba tener que hacerlo.

Y es que Jungkook no sabía amar a medias, ¿cómo hacía eso? Jungkook entregaba todo, aún si la persona a su lado no fuera su pareja, Jungkook lo hacía de forma inconsciente. Aquello simplemente lo había llevado a la ruina, ahora veía, pero sabía que era algo que no podría cambiar.

Si Taehyung se atrevía a usar la excusa barata de no ser amigos y enamorarlo sin sexo solo para luego tomarlo y dejarlo, Jungkook iba a quedarse sin corazón, en definitiva.

Se estaba precipitando mucho, quizá, pero eso tampoco podía evitarlo; luego de tanto ser usado era normal en él pensar siempre en lo peor. Al menos, en el aspecto romántico.

Así que soltó un largo suspiro, inclinándose hacia adelante en su pupitre y mirando sus apuntes. Su mirada luego viajó rápidamente hacia una compañera que tenía en la mira desde un largo rato, una que tenía un ramo de flores hermoso sobre su mesa. Ella lo estaba cuidando con mucho recelo y había podido escuchar decirle a su mejor amiga que su novio se lo había entregado.

Jungkook se tomó un minuto para soñar que el amor de su vida sin rostro ni nombre le entregara un ramo tan bonito como ese, con una sonrisa dulce y ojos soñadores admirándolo a él y solo a él. ¿Qué se sentiría reflejarte en los ojos de alguien a quien tú reflejas en los tuyos?

La clase terminó minutos más tardes y Jungkook comenzó a guardar sus cosas mientras observaba por el rabillo del ojo a su compañera tomando su mochila para luego dejar ambas manos libres para tomar su ramo y abrazarlo con cuidado y cariño.

Notó como daba otra sonrisa incontenible al ver el ramo de nuevo, como si aquello fuese lo mejor de la vida. Y quizá lo era. Quizá ese ramo, quizá algún chocolate, quizá algún lapicero o un simple trozo de papel con adorables y honestas palabras fueran algo tan simple, pero lo mejor para alguien más. Alguien como ella, por ejemplo.

— Hasta mañana, chicos — el licenciado dijo saliendo del lugar con su maletín en manos y Jungkook saludó con voz pequeña junto a los demás que respondieron de forma más audible.

— ¡Vamos a la cafetería! — uno de sus compañeros dijo a su grupo de amigos y Jungkook tomó su mochila colgándose en los hombros para caminar — ¡Oye, Jeon!

Jungkook cometió el error de girarse.

— ¿Te invito al almuerzo por una mamada?

El tipo lo soltó de forma tan natural y con una sonrisa tan confiada que Jungkook sintió un mareo extraño. Ese día se sentía tan sensible. No era la primera vez que alguien le soltaba algo como eso, sobre todo, cuando los licenciados no se encontraban frente, pero sabía hacerle frente. Ese día estaba tan sensible que el sujeto lo tomó con la guardia baja.

La sonrisa que sus compañeros dieron fue otro detonante abrumador y Jungkook se quedó mudo y sin expresión, sintiéndose de pronto pequeño y débil.

¿Por qué debía recibir esos comentarios en lugar de un ramo? ¿No se merecía un ramo acaso?

El tipo insistió con una mueca de burla y Jungkook tuvo que recomponerse.

— Lo siento; no me gustan pequeñas — respondió, aunque la voz le sonó temblorosa logró su cometido; al tipo se le borró la sonrisa y las burlas de sus amigos ya no fueron para Jungkook sino para él.

¿Cómo ser un buen novio? ♥️  𝕋𝕒𝕖𝕂𝕠𝕠𝕜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora