7. Escándalo

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Ese día en particular, la clase estaba llena de bullicio; alumnos se cruzaban de un lado para el otro, algunos soltaban exclamaciones y quejas repentinas, otros de pronto se abrazaban entre ellos

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Ese día en particular, la clase estaba llena de bullicio; alumnos se cruzaban de un lado para el otro, algunos soltaban exclamaciones y quejas repentinas, otros de pronto se abrazaban entre ellos.

Uchinaga asumía que se debía a que septiembre, de manera extraña, había traído un frente frio bastante cruel, y arremolinaba los árboles de arce se observaban desde la ventana del segundo piso. El edificio donde tomaba esa clase se localizaba hasta el fondo de la escuela, por lo que se podía observar desde ese punto únicamente el patio principal de la escuela, mas no la entrada o el estacionamiento.

Entre todo el ruido que había en la primera hora del día, a eso de las casi nueve de la mañana, pudo observar dos chicos entrar a la clase. Mientras Jean Corsair y Kai Mitchell cruzaban el aula hasta sus asientos, atrajeron más miradas que solo la suya; el chico llevaba un parche en la mejilla y un moretón debajo del ojo, mientras que la chica igualmente tenía una marca morada en su pómulo y del otro lado igualmente estaba parchada en su mejilla, además de llevar un suéter de cuello de tortuga bajo la camisa.

—Vaya... —Roy silbó: aparentemente sus ojos se habían dirigido hacia el mismo lugar que los suyos. Su amigo tenía acomodado un espejo entre ambos, mientras arreglaba su sedoso y brillante cabello—, se ve que alguien tuvo problemas ayer.

Frente a él, Allan no parecía haber tenido mucha reacción y mantenía sus brazos en forma de cuna y su barbilla apoyada, o eso parecía desde su vista. Martin, el compañero de asiento de ese día de Foster, se dio la vuelta hacia ellos, con lo que parecía el propósito de hablarles.

Ryo bajó la vista hacia su cuaderno cuadriculado, en el que tenía una ecuación incompleta y que parecía esperarlo con suma paciencia, así que tomó de nuevo su lápiz y siguió resolviendo su tarea, mientras trataba de decirle de forma indirecta al chico de adelante que no le interesaba lo que fuera a decirle.

—Me sorprende que esos dos sean tan amigos —el tono en el que lo decía parecía bastante casual, incluso inocente.

—¿Hablas de Corsair y Mitchell? —Ryo hizo un ruido con la muela; Roy no parecía haber captado la indirecta de que no tenía ganas de oír la chillona voz de cierto pelirrojo.

De pronto la resolución de esa diferencial se veía muy interesante.

—Así es —soltó una risita, que se prolongó más de lo que le hubiera gustado—. Me parece increíble que a la familia de Corsair no le importe, ya sabes...

—¿De qué hablas, Martin? —la risa nerviosa de su amigo inundó sus oídos, como la sirena de un auto de policía.

—Que Mitchell sea negra —soltó una risa—. Es como si fuera su esclava...

Hubo un silencio sepulcral entre ambas mesas, con el barullo de las personas de fondo. Alzó la vista, notando que Allan ya se había levantado y observaba al chico a su lado con una mala cara, mientras este lo retaba con la mirada.

De amor, negocios y otros malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora