Extra 1: Vacación

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—Me dijo que primero le gustaste tu —fue la primera confesión en salir de la boca de Foster, en forma de humo de cigarro.

Ryo sintió el cuerpo detrás de él tensarse. Sonrió de lado, apenas y mirando a su amigo.

—Ah, ¿sí? —preguntó. Las manos de Jean se colocaron protectoramente alrededor de la cintura del japonés.

—Quería acercarse más a ti, por eso hacía tantas preguntas, ¿recuerdas? —preguntó. Por su parte, Roy lo miraba con recelo.

—Algo así.

—¿Y aun así te fijaste en él? —se dirigió Bonnet a Allan. De las personas presentes, dos fumaban con tranquilidad.

Ryo se apoyó más en contra el pecho de su novio y estiró las piernas. Escuchó la conversación tanto como pudo, pero sus ojos prefirieron moverse hacia la forma en que las olas se chocaban en la orilla, iluminadas por la suave luz de la luna.

—Al principio dije, ¿por qué no? Un corazón roto más —explicó—. Pero nos terminamos gustando, y aquí estoy. Creo que se fijó en mi justo a tiempo a que empezara lo de Jean y Ryo.

—¿Y ahora qué? —Ryo lo miró. Allan volteó el rostro y dio una última calada antes de tirar la colilla al cenicero. Roy ya le ofrecía otro antes de que estirara la mano. El chico lo tomó y el rubio se encargó de encenderlo por él.

Sintió las manos de Jean entrelazarse con nerviosismo, y supo que quizá comenzaba a entrar en uno de sus usuales espirales de pensamiento. Colocó una de sus manos sobre las contrarias, dejando suaves caricias que esperaba los demás no percibieran, aunque no era como si fuesen muy discretos.

Uchinaga estaba acomodado entre las piernas de Jean, completamente recostados en la tumbona que se hundía contra la arena y que tenía una sombrilla sin razón aparente.

—No tengo idea. No terminamos en tan buenos términos, pero quiero creer que quizá si hablamos en persona podamos reanudar —jaló más humo y lo expulsó por sus fosas nasales—. Me gusta.

—Perdona mi intromisión —Yian Lishi llevó la atención hacia él, incorporándose en su silla de playa—. Como tal, ¿no te importó que primero le gustó Uchinaga?

—Ya cállate, Yian —Jean murmuró entre dientes. Su mejor amigo carcajeó ruidosamente, tirándose hacia atrás. Sus otros amigos rieron de misma forma, mientras Ryo alzaba la vista para ver a su novio, que fruncía el ceño y miraba con reproche a su amigo.

—¿Por qué eres así? —le preguntó Lishi entre risas.

Ryo ladeó una sonrisa, sus mejillas sintiéndose un poco más calientes. Para su suerte, la fogata frente a ellos no los dejaba distinguir los colores de los otros.

—Deberías conocer a Ryo —Bonnet le dedicó una enorme sonrisa—. Ya se le pasó, pero cuando estuvieron separados fue mil veces peor.

—Una palabra más y estás fuera de esta vacación —Ryo le mostró el dedo.

De amor, negocios y otros malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora