30. De negocios

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Mi espalda

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Mi espalda.

Su mente comenzaba a procesar lo que estaba pasando, y no existía más el sonido de los autos y el caos de la calle.

Solo silencio.

Ryo abrió los ojos. Un techo blanco se ceñía ante él, y el pitido de una máquina, suave pero irritante, perforaba sus oídos. Trató de acostumbrar su vista a la luz y bajó el rostro; una mujer se encontraba sentada a su lado, sus ojos cerrados y sus brazos acomodados sobre su pecho.

—Estoy vivo —habló, su voz saliéndole más rasposa de lo normal. Por un momento, no entendía lo que estaba pasando—. ¿Creo?

Su madre se removió en su lugar, despertándose por el sonido que emitió.

—Ryo, estás despierto —lo miraba como si su primogénito hubiese nacido de nuevo. Su rostro se iluminó una vez terminó de despertar.

—Pues, sí. ¿Todos están bien? —cuando la veía así, vulnerable y expuesta, llegaba a olvidar que a veces era una verdadera bruja.

—Todos están bien. Fuiste el único que sufrió mayor impacto por el asiento en el que estabas.

—¿Cuándo fue? ¿Ayer?

—Solo estuviste un día inconsciente, y teníamos miedo de que hubieses sufrido algún daño cerebral como tu padre, pero pareces bien —respondió la mujer. Ya no parecía tan aliviada, a juzgar por su semblante relajado—. Me metiste un susto, Ryo. Pero fueron afortunados de que Thomas sea excelente conductor, hasta el punto en que evitó una colisión directa con el otro coche.

—No fue todo lo que evitó, también nos salvó de que nos emboscaran —comentó.

Una enfermera entró entonces a la habitación, acercándose a él con usual expresión seria. Era bajita, castaña y de ojos profundos azules, además de vestir el normal uniforme blanco.

—Joven Ryo, veo que ya está despierto. ¿Me permite hacerle algunas preguntas personales?

—Claro.

—Muy bien, ¿Cuál es su nombre, cumpleaños y edad?

—Ryo Uchinaga, nací el trece de mayo y tengo dieciséis.

—Perfecto, ¿puede decirme cuanto mide y los nombres de sus hermanos?

—Mido metro ochenta, y mis hermanos se llaman Minori, Misumi y Reo.

—¿Recuerda lo sucedido antes de que se ocasionase el choque?

—Si, salimos de la gala de caridad y nos encerraron en una pequeña calle, pero logramos salir. Después salimos a una avenida, y fue todo.

—Todo parece estar en orden. Los estudios indicaron que todo está en correcto funcionamiento. Permítame hacer una última prueba —la mujer se inclinó y utilizó uno de esos punteros hacia sus ojos, indicándole a donde mirar—. Todo bien. Joven Ryo, probablemente le demos el alta en la noche, pero le pedimos estar pendiente. Me retiro.

De amor, negocios y otros malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora