17. Detente, por favor

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En el momento en el que escuchó el click de la puerta, supo lo que esperaba

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En el momento en el que escuchó el click de la puerta, supo lo que esperaba. Una sensación caliente se apropió de su mejilla en forma de golpe, haciéndolo cerrar los ojos mientras su rostro y cuerpo se impulsaban hacia atrás casi de forma automática.

No quería hacerlo, pero decidió volver a abrirlos. Frente a él, se encontraba su madre: ojos ligeramente rojos bien abiertos, cabellos oscuros encrespados y un horrible ceño de furia, que se componía de sus delgadas cejas enfurruñadas y sus labios acomodados como un depredador a segundos de abalanzarse hacia su presa.

—¡Mami, no! —otro golpe se hizo presente, esta vez en la mejilla que se encontraba libre hasta ese momento. Reo protestaba, tratando de alcanzar la mano de su madre entre saltos, completamente en vano—. ¡Detente, por favor!

Incluso si no era algo demasiado doloroso, podía sentir el enojo latente en cada uno de los golpes de su madre, y sentía que se quizá merecía todos y cada uno de ellos.

—No... es... posible... que la indicación más importante de la familia haya sido la que justamente burlaste, Ryo —fue tomado de la sudadera y zarandeado de un lado hacia el otro, siendo consciente de lo aterrorizado que su hermano menor se veía—. ¡Que estúpido fuiste! ¡En serio! Esto es una gran decepción para mí.

Y odiaba el tono con el que lo decía; como si fuera una escoria horrenda y sacada de lo mas bajo del inframundo.

Fue demasiado para él; se arrancó con fuerza las manos de la mujer de sus prendas, yéndose hacia atrás y dándose un ligero golpe con el buró. Una botella se estrelló con el suelo en un ruidoso estruendo y se hizo añicos, mientras el trataba de equilibrarse contra la cama.

El líquido se desparramó, a la par que sus zapatillas de mojaban y pisaba los vidrios verdes oscuro.

—¡Mierda, mamá! —no quiso alzar la voz, pero le salió mucho más fuerte de lo esperado—. ¿Cómo te explico que no fue mi intención? ¡Hablo putamente en serio!

Pasó sus manos alrededor de su cabello con desesperación. Podía escuchar sin ningún problema sus propios latidos, siendo consciente de que su vista se desorientaba de vez en cuando.

—¡Tu lenguaje, por favor! —fue amenazado por la mayor—. ¿Qué se supone que vas a hacer cuando tu papá se entere? Él no te va a dar siquiera la oportunidad de que te expliques como lo hago yo, y no soy realmente capaz de dimensionar de lo que puede llegar a hacer.

—Ya lo sé, créeme que no he dejado de pensar en eso —soltó—. ¡Deja de decirme cosas tan obvias, por favor! Estoy tratando de solucionar esto.

Su madre se acercó a él, con la vista bien fija y un asomo de una sonrisa. Se veía tan horripilante como nunca. Se sentía como dentro de una película de terror.

—Mira, Ryo, esto es lo que podemos hacer... Tú, vas a cortar cualquier vínculo con el hijo de Norbert, y así tu padre jamás se enterar de lo que pasa o lo que sea que pase entre ustedes, ¿me escuchas? —las nudosas manos sostuvieron sus mejillas, pero no fue agradable como en otras ocasiones, o con distintas personas. Sentía que era parte de Coraline en ese momento, y que esa no era su mamá—. ¿¡Me escuchas, o no?!

De amor, negocios y otros malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora