9. De males

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El domingo llegó, acompañado de un silencio particular entre los amigos

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El domingo llegó, acompañado de un silencio particular entre los amigos. Corsair no estaba seguro de si toda la situación había sido un sueño o real y no se atrevía a preguntarlo. El tema le resultaba incómodo y hasta cierto punto ilógico; sus amigos mismos habían asegurado que no había nada entre ellos.

Después de llevar a sus amigos a sus respectivas casas, regresó a la suya y se dedicó todo el día a arreglar y planificar las compras de su tienda que habían llegado los últimos tres días de la semana, junto a una de las chicas que lo asistía. Julieth tenía el cabello rubio cenizo con detalles rosas y corto, piel clara y llena de acné, vestía ropa de colores fuertes y pasteles. La mujer era una ávida fan de la moda y, en general, los negocios relacionados a esta.

—Bien, ya está todo listo por hoy —la chica, rodeada de cajas de ropa por todos lados, se levantó con cansancio mientras sacudía sus jeans. Su cabello estaba amarrado en un intento de moño, que se deshacía bajo la liga—. Debo irme ahora mismo, tengo que comprar cena para mis hermanas.

—Gracias —se levantó igualmente, jugando con su cabello y tomó su teléfono, desbloqueándolo y abriendo la aplicación del banco para transferir. Sentía el rostro caliente, y comenzaban a dolerle la cabeza y los ojos—. Ahí van los cuatrocientos de la semana.

—Gracias a ti, ¿no quieres ir a cenar conmigo? —la mayor sonrió, poniendo los brazos en jarras.

Hacía más de medio año que se conocían, por lo que ese tipo de solicitudes recurrentes no le extrañaban en absoluto. Debía decir, que, aunque Evans era más linda que el promedio, no era capaz de sentir algún tipo de atracción hacia ella, y temía que ella lo sintiera hacia él.

Realmente quería mantener la relación lo más profesional posible.

—Gracias por la invitación, Julie. Me temo que hoy cenaremos con familia, porque mis padres se van mañana. ¿Quieres cenar con nosotros?

—Te agradezco, pero voy directo a KFC —la chica se dio la vuelta hasta llegar a la puerta, deteniéndose a mirarlo por un par de segundos—. Nos vemos, Corsair.

Se sentó en su escritorio, escribiendo a Harley, su contadora, sobre el pago y después, revisó algunas de las ordenes de compra de la tienda. Se sintió complacido al notar que los pedidos subían conforme pasaban las semanas.

Su lunes anunció la partida de sus padres, que se fueron en silencio apenas salió el sol, no sin antes pasar a despedirse cortamente de un adormilado rubio, que a duras penas supo lo que había pasado; solía desconocerse a sí mismo cuando su sueño se interrumpía.

Obviamente que le había causado una ligera intranquilidad que sus padres lo dejaran prácticamente solo en una casa tan grande y solitaria. Le acompañaban únicamente el mayordomo y la señorita que hacía la limpieza, aunque lo atribuía a su latente ansiedad. No creía que su hermano fuera a pasearse demasiado por ahí, pues notaba que le tenía un ligero resentimiento desde hacía ya un año.

De amor, negocios y otros malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora