Young & Beautiful - Larry Stylinson (traducción)

XXXII

No contigo.

El patio es un borrón a su alrededor.

No contigo.

Sus pies golpean la hierba en fuertes pisadas, impactando contra la piedra y resonando al compás de:

No contigo.

El aire casi caliente le abofetea la cara, le asalta el pelo.

No contigo.

Grupos de voces entran y salen de la sangre que bombea en sus oídos.

No contigo.

Ve la puerta de su piso a la vista, siente el aire desgarrando sus pulmones, oye el frágil golpeteo de lo que queda dentro.

Las llaves suenan y tintinean, pero encajan en la cerradura, y la empuja para abrirla con el hombro con toda la fuerza posible porque necesita entrar, necesita que esta puerta se abra ahora mismo y necesita irse.

Quiere ir a casa.

Eso es todo lo que quiere.

Eso es todo lo que puede pensar.

Bueno.

No solo eso.

No contigo, Louis.

Mete todas las prendas de ropa visibles en su bolsa (y hay muchas, nunca ha intentando ser nada más que un vago) mientras parpadea contra las lágrimas que ya le empapan la cara, haciéndole temblar bajo sus húmedas y acusadoras estelas. Localiza su iPod, su teléfono, su chaqueta y sus Toms con las roturas deshilachadas en los laterales, sus labios ardiendo por los recuerdos.

Todo arde.

Todo está frío.

Se está muriendo en fuego y hielo y sí, tiene derecho a ser dramático ahora mismo porque su puta alma se está partiendo en dos y nunca, nunca se ha sentido tan mal.

Tal vez algunas personas no están hechas para el amor. Tal vez algunas personas no son lo suficientemente fuertes.

Tragándose los sollozos ahogados y la humillación y los putos recuerdos (el tacto del pelo suave de Harry y la piel más suave y los profundos y retumbantes ronroneos que se le escapaban de la garganta mientras tiraba de Louis hacia él, tiraba de Louis) que queman, los recuerdos que envían nuevos sollozos y retuercen su corazón y golpean a Louis, haciendo que se estremezca. Se echa el bolso al hombro, sin detenerse a garabatear una nota para Niall (que, por suerte, sigue en la regata, celebrando su segura victoria). Puede enviarle un mensaje más tarde, cuando no esté todo tan crudo y fresco y sangrante, apenas unido por hilos rotos.

Sin mirar ni pensar (los pensamientos son tan dolorosos ahora mismo), cierra la puerta, respirando suavemente, con los ojos enrojecidos, antes de salir al sol burlón que se siente demasiado caliente contra sus mejillas brillantes.

Escucha la voz del locutor, oye el ruido de una multitud feliz y se dirige a la estación de tren más cercana.

**

Cuando llega a casa, hace algo que no ha hecho en años.

Louis abraza a su madre, sin necesidad de saludos.

-¿Louis? -suelta ella, completamente desprevenida, sin saber qué hacer con sus manos momentáneamente antes de rodearlo tímidamente con ellas-. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué está pasando?

Y vuelve a llorar (¿o es que nunca ha dejado de hacerlo?) mientras la abraza con fuerza en la entrada, deseando tener la capacidad de hablar.

-Solo necesitaba alejarme -consigue decir, con la voz amortiguada por el algodón de su camisa, y cierra los ojos con más fuerza, haciendo rodar más lágrimas jugosas por sus putas mejillas. Se sorprende de que su piel no haya empezado a agrietarse a este ritmo. Está tan amargado.