Capítulo 13

37 13 8
                                    

13._ Un día de los caídos muy movido

Ha pasado casi un año desde que estoy aquí en Eirwen.

El rey encontró una solución a la conexión que tenía con Emersyn y hemos logrado romperla. Ya no estoy llorando todo el tiempo y eso es bastante bueno.

Mi entrenamiento ha mejorado mucho, ahora peleo con los dos gemelos al mismo tiempo, y siempre salgo victorioso.

Ejem, ejem...

Bueno, no siempre.

¡EJEM, EJEM!...

De acuerdo, de acuerdo, sólo les he ganado una vez y me he roto más huesos de los que recuerdo y si no fuera por Eldora estaría muerto hace tres meses.

Así está mejor.

En fin, hoy es el día de los caídos, es un día bastante triste para mí, y aquí la tradición es diferente a como es en Camalot. Allá las personas colocan barcos con velas en el río, aquí, colocan las velas en las ventanas y puertas de sus casas, las personas creen que así, sus seres queridos encontrarán más fácilmente el camino a su hogar.

No suelo cumplir con las tradiciones de este día, siempre hacía una misma cosa, pasar el día en el cementerio, con mi madre. Sin embargo, ahora que no estoy en Camalot no puedo hacerlo y duele.

He decidido ir a ver la tumba de mi padre, no lo había hecho desde que llegué y no puedo evitar sentir unas inmensas ganas de llorar cuando veo su lápida.

Papá es posiblemente el que más extraño de los dos, siempre me contaba historias fascinantes y jugaba conmigo todo el tiempo, era el niño más feliz del del mundo cuando llegaba a casa, y siempre tenía una manera original de hacerlo.

"Estaba durmiendo tranquilamente, abrazando un oso de peluche y recuerdo también haber soñado que montaba un unicornio, cuando escuché a mamá gritar.

Me levanté asustado y me asomé por la puerta de mi habitación, las velas de la habitación de mamá seguían encendidas pero ya no podía oírse nada. Temblando, tomé lo primero que pudiera golpear fuerte que resultó ser la escoba y con mi oisito como compañero caminé a la habitación de mamá.

—¿Y el niño? —preguntó una voz de hombre, al parecer sólo había uno.

—Dormido —fue lo único que contestó mamá. La puerta estaba entreabierta, así que me asomé un poco.

Sólo podía ver un lado de la cama, el izquierdo donde dormía papá y había un hombre ahí acostado. Tenía que salvar a mamá de él, seguramente iba a hacerle daño y a mí también. Así que abrí la puerta con rapidez, salté a la cama y le di un escobazo en la cabeza, el hombre soltó una maldición y regresé corriendo a mi cuarto y me metí debajo de la cama, asustado.

Había dejado a mi osito en el camino, afuera se oían pasos y voces, la puerta de mi habitación se abrió y solo podía ver las botas del hombre que caminaba hasta estar junto a mi cama. Dejó la vela que supuse que traía en mi mesita de noche y se agachó al mismo tiempo que yo me tapaba los ojos temblando de miedo.

—Creo que dejaste esto —me quité las manos de los ojos y vi a mi padre, sonriéndome y con mi osito en la mano.

—¡Papá! —Emocionado, salí de debajo de la cama y salté a sus brazos, hacía muchos meses que no lo veía. Él me cargó sin problemas —. ¡Papá rápido, hay que salvar a mamá hay un hombre con ella!

—Sí, lo sé, y si no hubiera sido yo probablemente lo hubieras espantado.

—¿Eras... tú? —asintió y señaló un bulto enrojecido a un lado de su frente, que seguramente fue donde le di —. Lo siento.

Los pasadizos del castillo [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora