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Hoy he despertado con la mejor sensación de mi corta vida, me sentía como en un cuento, incluso si se hubieran aparecido unos ratoncitos y pájaros cantando, hubiera cantado con ellos.

Nathaniel seguía profundamente dormido, me quede como tonta viéndole ese hermoso rostro que tanto me enamora. Cuando duerme no parece el mismo, su frente no tiene ese ceño fruncido de chico malo y esa boca que tanto me gusta besar...gire para levantarme pero un fuerte brazo me lo impedía sujetándome por la cintura, yo trataba de no despertarlo, pero la verdad tenía demasiadas ganas de hacer pis.

Al primer intento traté de mover su brazo de mi agarre lentamente, pero sólo conseguí que me arrimara más a él. Suspire dándome por vencida de verdad necesitaba ir corriendo así que le parte el brazo casi de un manotazo, como pude me cubrí con una de las sábanas grises.

Al mirarme en el espejo me sonrojé, traté de acomodarme un poco mi cabello que ahora era un desastre, cepillo mis dientes y salgo.

- ¿Escapando tan temprano?- subió sus brazos estirándose dejando su abdomen perfectamente descubierto.

- Muy gracioso, estaba intentando arreglar un poco el desastre que tengo por cabello- Digo con una mueca.

- Se que suena a cliché pero la verdad no me importa verte despeinada, igual sigues siendo hermosa para mi.

Me coge por el brazo y me hala hacia él dándome un casto beso.

- ¿Por cierto qué hora es?- me levanto casi como un resorte, buscando mi vestido ahora regado por algún lado de la habitación.

Debo entrar a mi cuarto antes de que mis padres bajen a desayunar.

- Las...- mira su reloj de muñeca.- siete y cuarto.

Mierda tengo que estar lista antes de las ocho y media.

Nathaniel se levanta divertido, lleva solo el pantalón del pijama y me dan ganas de pasar su mano otra vez por esos abdominales hermosos que tiene... pero tengo que enfocarme en llegar a mi cuarto.

Con una sonrisa de burla, mientras yo parezco una histérica, me pasa un pantalón de chándal gris y un suéter blanco.

Le hago una mueca pero me lo pongo.

- No querrás salir con ese vestido, llamarías la atención de todos los vecinos.

- Tienes razón - Me quedan un poco grande pero me las apaño.

- Ven, te acompaño a la puerta.

Bajamos las escaleras para salir hasta la entrada, pero nos paramos en seco. El señor Miller está en la cocina tomándose un café y leyendo el periódico.

Mi corazón late a mil por hora, mientras intento fundirme con la pared para que no me vea.

- ¿Hijo eres tú?.

- Entra y lo distraes - le digo en un susurro.

Me hace una seña de ok con la mano.

Nathaniel

Diría que no me divierte la situación, pero la verdad es que si lo hace. Violet esta blanca como un papel, hasta creo que ha dejado de respirar por un segundo.
No es como si mi padre no hubiera visto una que otra vez entrar y salir chicas por la puerta. Pero también entiendo que Violet no quiera que mi padre la vea salir con mi ropa a las siete de la mañana.

- Sí, solo he venido a por agua, muero de sed.

- ¡Vaya! Si que tienes una resaca buena, jamas te he visto tan temprano un domingo en la cocina.

- Ni que lo digas, le diré a mamá que me prepare una buena sopa.

Niega con la cabeza- No está, se fue a clases de pilates con tu tía.

- Supongo que me tocará pedir un glovo.

Bendita sea esa app.

Mi padre baja el periódico mientras me mira divertido antes de gritar - Buenos días Violet ¿Quieres un poco de café o te quedas aguantando la pared? Te aseguro que está sostenida perfectamente. Lleva años en la familia.

Una cabellera rubia aparece por el marco de la puerta, con la cara de el color de un tomate y yo me tengo que tapar la boca para no reírme.

- Ehhhh, no gracias tengo que irme pero que tenga buenos días también....

- Gracias, por cierto Feliz cumpleaños.

Y vuelve a subir su periódico.

Casi tengo que correr para poderla alcanzar mientras abre la puerta.

- ¿Por que las cosas más vergonzosas me pasan a mi?- la escucho decir antes de detenerla por el brazo.

- ¿No me vas a dar un beso de despedida Vanilla ice?.

- Muy gracioso - me responde mientras baja la mirada a sus pantalones- Pero si no me voy ahora temo que me estarán enterrando para la tarde.

La miro cruzar la acera y se que tengo en mi cara la sonrisa de un tonto.

Después de verla entrar por la ventana de la oficina como un delincuente cierro la puerta y me dirijo de vuelta a la cocina.

- ¿Como sabias que Violet estaba al final de la escalera? -Me ofrece una taza de café americano y yo sé lo agradezco.

- Parece que se te olvida que una vez yo tuve tu edad... me recuerdo una vez que...

Lo interrumpo - Por favor no quiero volver a escuchar que tenías a todas las chicas del instituto detrás de ti ... es incómodo.

- Ya, ya le puedes ir dando gracias a mis genes... - Me dice orgulloso y la verdad tiene razón, todos dicen que soy la versión joven de mi padre y aún con su edad todavía noto como se le quedan viendo las mujeres al entrar en cualquier sitio.

- Aún no me respondes...

- Nathaniel, no hay que ser adivino, escuche las pisadas de los dos por las escaleras y las demás chicas que traías no se preocupaban por qué las vieran...A demás, con esa horrible dieta que me tiene tu madre anoche he bajado a comerme un trozo de pastel que me ha dejado nana así que los he visto subir.

- Bien será nuestro secreto, tú no le dices a mamá que has visto salir a Violet y yo no le digo que has comido dulce.

- Oh, si que lo será.... O ya puedes irte despidiendo de tu carro y de la mensualidad.

Esto de la dieta si lo que ponía de mal humor...

Violet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora