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Violet

Lunes

Terminado de desayunar como siempre, cojo mis llaves para ir al instituto. No dejaba de pensar cómo sería al encontrarme con Nathaniel, que debía hacer ¿Lo saludaba normal? ¿Esperaba que lo hiciera él? Afff empezaba a desesperarme.

Con un suspiro salí de la casa, hoy hacia un frío nada normal y agradecía por llevar puesta la sudadera de Nathaniel debajo de mi chaqueta verde, se la quería lavar y devolver pero olía a él y eso me encantaba.

A mitad de camino escuche el sonido de un carro y me gire para ver esos ojos grises que tanto me encantaban mientras mis nervios empezaron a ir en aumento.

— ¿Escapando tan temprano?— Una sonrisa ladeada se formó en su boca.

— No me escapo— Ruedo los ojos ¿Por qué siempre me dice eso?— Sólo camino.

— Sube a tu carroza rapunzel.

No puedo evitar reírme — Nathaniel eso ni siquiera tiene lógica, eres como un disléxico de dichos.

— Bueno bueno señora quisquillosa, que esperas para subir, llegaremos tarde.

Caminé hasta la puerta del copiloto y entré, todo el carro olía a él mezclado con tabaco. Cada vez que siento ese olor
me lleva a ese lugar mágico de seguridad que me hace sentir bien.

Automáticamente giró su tronco hacia mi mientras entrecerraba sus ojos —¿No piensas saludarme?.
No esperó a que contestara y quitándose el cinturón de seguridad acortó la distancia entre nosotros tomando mi nuca haciendo que nuestros labios se unieran y sin resistirme me aferre a él y le devolví el beso como tanto lo había deseado desde la ultima vez que nos vimos.

— Desde hoy así quiero comenzar mis mañanas.

Regresando a su posición anterior se puso el cinturón y volvió a tomar el volante.

Sentía mi pulso acelerado igual que mi respiración, esas famosas mariposas que parecían revolotear dentro de mi estómago.

— Respira — Me dice divertido y un tanto juguetón — Si te portas bien puede que te dé otro.

El resto del camino íbamos en silencio escuchando la música en la radio para después cantar una que otra. De vez en cuando nos mirábamos y reinamos y otras me le quedaba viendo sin disimulo alguno.

— Llegamos — Anunció mientras me daba una sonrisa para salir del carro y abrirme la puerta.

Sin decir nada, cogió mi mochila despreocupado para colocarla sobre su hombro, mientras tomaba mi mano para unirla a la suya y caminar juntos dentro del instituto.

Una vez dentro no pude evitar sentirme intranquila con tantas miradas encima de nosotros, algunos cuchicheaban, otros ni se molestaban en disimular y hasta había un grupo de chicas mostrando su rabia y descontento.

Nathaniel simplemente se limitó a sonreírme, con un brillo en los ojos se notaba que le gustaba la escena.

Soltando mi mano las subió hasta tocar mis mejillas a ambos lados brindándome el calor de su cuerpo, lo oí maldecir por lo bajo, mirándome directo a los ojos antes de unir nuestros labios.

Los susurros y comentarios comenzaron a oírse nuevamente pero esta vez más fuerte, era nuestra primera demostración de afecto en público y eso me gustaba.

Separándose un poco se acercó lentamente a mi odio mientras una de sus manos cogía mi nuca tocando mi cabello con un agarre fuerte — Ahora les ha quedado claro que eres mía.

Le doy gracias a Dios por que Nathaniel me tuviera agarrada de la nuca ante ese comentario, mis piernas eran un par de gelatinas y sin eso estuviera ahora tocando el piso.

Violet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora