Capítulo 13 - Parte 1

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Última semana del mes de abril. Eran los días finales para decidir quién sería el nuevo capitán de baloncesto.

Omar nos invitó a Dahlia y a mí para darle ánimo desde los asientos de la cancha. Se ve nervioso-- aunque decía que no lo estaba.

Su rival Kevin. Alto, rizos de oro y con un gran cuerpo. Se reía cada vez que pasaba al lado del moreno. Este, lo ignoraba concentrándose en anotar el balón en la canasta, jugar bien, jugar con el alma y corazón sin imitar a los demás.

El partido comienza. Todos los jugadores en la cancha. Cada uno tenía que dar lo mejor de si mismo. Pasando el balón, driblando, moviéndose de un lado a otro, esquivando el enemigo, ayudando a los compañeros. A papá y al abuelo le gusta mucho el baloncesto, nunca se pierden un partido de la NBA. Los señores ya mencionados, querían inscribirme en una academia de este deporte, pero mi respuesta fue un rotundo no.

El equipo de Omar va ganando, el equipo de Kevin va perdiendo. Se colocaron unos chalecos para distinguirse uno del otro.

Victoria.

Gana el equipo de Omar. El entrenador los reúne a todos. Supongo que para tomar la decisión final.

Supe al instante que mi querido amigo es el nuevo capitán de baloncesto de la universidad Clarksin, por su cara sonriente y compañeros chocando los cinco. Menos uno. Kevin, no lo aceptó, parecía un niño pequeño haciendo un berrinche por haber perdido su juguete. Omar nos busca con la mirada. Dahlia y yo alzamos nuestros pulgares hacia arriba. Ella, no tan entusiasmada.

Ya en la cafetería. Esperamos al capitán para felicitarlo y platicar. Luego llega, pero acompañado.

-¡Felicidades!, Sabía que lo ibas a lograr- digo, golpeando su hombro.

-Gracias Tammy. Aunque estuvo rudo, Kevin y los otros son muy buenos.

-Pero tú, eres mucho mejor chocolate- dijo el chico a mi izquierda.

En la misma mesa de la cafetería, nos encontrábamos Dahlia, sentada a mi derecha, Omar de frente, y Zander a mi izquierda.

-Así que tú eres Zander ¿eh?- curiosea la pelinegra con mecha morada.

-El mismo que viste y calza. Por lo que veo sigues siendo cortante.

La chica se encoge de hombros.

-Bien, ¿Qué haremos hoy?- pregunta el moreno.

-¿Tarea?.

-Pero que aplicada Hielito.

-Me refería a qué haremos hoy para celebrar mi triunfo.

-Ir a comer, definitivamente- opina Dahlia escogiendo una ruffle.

-Conozco uno de los mejores bares de la ciudad, puedes beber, comer y bailar- propone el chico.

-Suena bien, le diré a los chicos entonces. Hasta más tarde.

-Yo también me voy- poniéndose de pie y tomando dos ruffles.

-Hasta la noche- me despido.

Zander voltea, pero no responde.

-Shipeables.

-¿Quiénes?.

-Merlín y Dory.

-¿Por qué?, Ellos son amigos- digo, recordando la película.

-Si, claro- se levanta de la mesa con la bolsa de snack y empieza a caminar.

No entendí.


* * *


Terminando de alistarme. Un mensaje llega a mi celular. Dahlia:

Estamos llegando- decía.

Acomodo el maquillaje regado en la peinadora. Rocío perfume en mi cuello y muñecas. Tomo mi abrigo cielo y bajo las escaleras. Mamá desde la cocina me llama. Papá ve una película de ficción.

-¿Si mamá?.

-¿Ya te vas cariño?- pregunta, vertiendo salsa de atún en el plato de cerámica.

--Sí, ya deben estar por llegar-- respondo mirando la hora.

-Antes de las doce Tammy- ordena, esparciendo las galletas saladas en el mismo plato de la salsa.

-Lo sé, le diré a los chicos.

-Cuidado con los amigos de Omar.

Abro los labios para responder pero la bocina de un auto sonó. Me despido de mamá y papá.

Dos carros aparcados en la calle frente a mi casa. Reconocí el de Omar, pero el otro no tenía ni idea.

Seguramente uno de sus compañeros u amigos del juego, era el dueño de la camioneta. Me coloco el abrigo. En el espejo lucía adorable, blanco, negro y un tono azul pastel. Llego a la acera y el vidrio del copiloto bajó.

-Sube- habla Dahlia tan seca como siempre observando la media luna.

Subo a la parte de atrás. Cerrando la puerta me acomodo. Omar saluda con la mano y procede a arrancar. Estaba Zander a mi izquierda, mirándome, de arriba a abajo. Me extiende su mano en forma de puño como saludo. Hago lo mismo. Emite una risa casi silenciosa y procedió a mirar a la ventana.








Cuando la Imaginación se DesbordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora