Capítulo 8

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Al día siguiente. Le conté a los chicos lo que había sucedido en el parque. La mirada. La sensación extraña.

Ellos especularon que eran ideas mías. Después, que pudo haber sido alguien que creyó que era otra persona. O que querían robarme. A veces los chistes de Omar no salen bien.

—¿Enserio hablaste con un pato?— indaga Omar—¿Y le pusiste de nombre Ricardo?.

—Conversé con él, que es diferente. Y sí, así lo llamó mi abuela, yo tenía unos no sé, nueve años quizás.

—Hubiera preferido Roberto— finalizó el moreno yéndose.

Seguí a Omar con la vista hasta desaparecer por el pasillo principal. Devolví mis ojos a el perfil de Dahlia, quien se encontraba pensativa.

—¿En que piensas Dahlia?.

—En lo de tu acosador. Dijiste que ya habías sentido esa mirada, ¿no?.

Asentí.

—Creo y estoy segura de que ya se conocen, o se han visto. Te vió y no se atrevió a acercarse. Y tú, no lo encontraste.

—¿Cien por ciento segura de eso?.

—Setenta por ciento. El otro treinta por si es un acosador o ladrón.

Okey.

Okey.

Alguien conocido. ¿Pero quién?.
¿Amigas de mamá?. ¿Amigos de papá?.
¿Algún vecino o vecina?. ¿Compañeros de clase?.

Carmen estaba en su escritorio. Y, como no fue suficiente la semana pasada con el montón de tareas y mis preguntas existenciales de quien carajos es esa persona. La señora habló:

—Buenos días clase, saquen sus hojas porfavor.

¿Saquen sus hojas?

¿¡Saquen sus hojas!?

¿¡Que hojas!?.

A mi cara de confusión le tenían que sacar una foto y hacerle un meme.
Le tuve que preguntar a mi compañero de atrás.

—Oye, Néstor— le llamé susurrando. Este ya tenía tres hojas, lápiz y goma de borrar en su mesa.

—¿Sí?.

Néstor no era tan alto. Su cabello rojo cobrizo lo hacía ver muy pálido con el tono de piel. Adorable, eso sí. De ojos azules y sonrisa perfecta. Muy lindo el chico zanahoria.

—¿De qué hojas habla la profesora?.

—Las hojas para el exámen.

¿Exámen?.

¿¡Exámen!?.

—Oh Dios, ¿Cuando lo dijo?.

—La semana pasada.

—¡Cielos!— pasando las manos por mi cara asustada.

—¿No trajiste hojas?— pregunto él.

¿No me ves la cara de miedo?. Pensé.

—¡No!, ¡Ni siquiera sabía que había exámen!.

—¿Quieres?.

—¿Eh?— pregunto.

—Que si quieres hojas, tengo tres de sobra. Siempre traigo más por si acaso.

Ahhh, eso

Malpensada

—Sí, ¡Si porfavor!. Gracias.

Saca tres hojas de su carpeta y me las extiende. Que bueno que aún existan personas así. Al voltear para empezar a escribir. Se me vino una pregunta a la mente.

¿De qué era el exámen?.

Le pregunté a Néstor, otra vez.

—Sobre la clase pasada, McCloud.

—Vale, gracias Néstor y, disculpa.

—No hay de que.

Y el exámen empezó.

Fue más fácil de lo que pensé. Y sin estudiar nada, todo era práctica. Era dibujar el interior de una casa en diferentes ángulos.

Finaliza la mañana y el chico zanahoria se levanta del asiento guardando los útiles en la mochila.

—Gracias por la ayuda nuevamente—
le dije.

—Descuida. Hasta mañana McCloud.

—Hasta mañana.

Que amable ese chico.
¿Por qué no le hablé antes?.

Cuando la Imaginación se DesbordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora