Capítulo 23

0 0 0
                                    


La discusión que tuve con mamá anoche estuvo horrible. Jamás peleamos y mucho menos por algo tan insignificante. Moly debe ser muy importante para ella al defenderla de esa manera. Papá no me dijo nada cuando estaba desayunando en el comedor, pero aún así, el ambiente seguía tenso.

¿Que tu propia madre diga que mientes?.

Auch

Papá me deja en la universidad. Bajo sin despedirme de él, como lo hice con mamá. Salí de casa sin despedirme. Solo quería salir de allí.

En el pasillo, casi entrando a mi aula. Los chicos en una esquina llaman a mi nombre.

Camino hacia ellos.

—Parece que alguien amaneció con el pies izquierdo— dice Zander.

—Buenos días— suspiro.

—Tam, ¿te encuentras bien?— pregunta Dahlia, posando su mano en mi hombro.

—Tuve una discusión con mamá anoche. Nada importante.

—¿Pero está todo bien? ¿Arreglaron las cosas?— habla el ojiverde.

—Nunca e visto a la señora Katherine y a Tammy discutir, debió ser un asunto delicado para llegar a esos extremos— añade Omar.

—Yo no lo llamaría "asunto delicado", más bien ridículo, pero mamá no lo ve de esa manera. Ya se le pasará.

Suena la campana.

—Nos vemos en la cafetería chicos— se despide Dahlia— y Tammy, ya verás que se contentaran tu madre y tú.

Omar también se despide y camina hacia la otra puerta con Dahlia.

—Entonces, ¿estás bien?.

—Si Zan, estoy bien.

—Bueno, supongo que no necesitarás este...— mostrando un empaque de cartón— yogurt de duraznos.

Tomo el envase y le doy las gracias. El chico guiña el ojo y se va.

—Tranquila McCloud, se arreglará— dice en voz alta ya lejos de mi.

Entro al aula y doy los buenos días. Procedo a sentarme en mi puesto. Saco la libreta y el lapicero. El yogurt lo dejaré para el almuerzo.

La profesora Carmen está explicando los temas de la clasificación y los elementos del diseño. Sinceramente no tengo ganas de oírla. Solo quiero que se acabe la mañana e irme a mi casa a dormir, porque tampoco tengo nada productivo que hacer.

Estudiar no, ya estudio demasiado en la universidad.

McCloud

Salir tampoco, los chicos están ocupados en sus vidas y no quiero ser la mala conducta del grupo.

McCloud

Pues si, será quedarme en casa viendo películas, porque tampoco tengo series para ver, ¿recomiendan?.

—Señorita McCloud.

Vuelvo al mundo otra vez al darme cuenta que la profesora Carmen me hablaba.

—¿Le está aburriendo la clase?— pregunta Carmen.

—No profesora, disculpe, estoy muy cansada.

—Pobrecita. Te mandaré entonces veinte preguntas a investigar sobre los dos temas con sus respectivos anexos.

—¿¡Qué!?, ¡eso no es justo!.

—¿Y te parece justo interrumpir mi clase?.

—¡No e interrumpido nada!— repico— solo estaba pensando.

—¿En qué señorita McCloud?, ¿En cómo dar las clases?. Puede darlas si sabe de los temas.

La fulmino con la mirada.

—Anote las preguntas.

Fui la primera en guardar sus cosas y salir cuando la campana sonó.

Camino hacia el aula de Zander y Omar a buscarlos e irnos a la cafetería.

—¿Buscamos a Dahlia?.

—Vayan ustedes, tengo reunión con el coach y los chicos. Ahora nos vemos.

Íbamos por Dahlia, Zander y yo, pero no hizo falta llegar a su lugar, ella vino al nuestro. Nos dirigimos a la cafetería.

—Creo que nos mandarán algún proyecto sumamente importante.

—¿Cómo qué proyecto?.

—Crear algo robótico, tal vez— Dahlia se encoge de hombros.

—Es fascinante lo que estudias Dahlia, yo no podría, apenas y sé que es un Windows— dice Zander, comiendo una ensalada de frutas.

—A ver, ¿qué es un Windows señor Zander?— bromeo.

—Fácil, una computadora.

Dahlia no aguantó las risas, yo menos.

—Vale, lo admito, no se mucho de la tecnología.

—Pero si sabes descargar juegos hackeados, ¿no?. Que ironía hombre— dice la chica a mi izquierda.

Saco el envase de yogurt que me regaló Zander y le quito la envoltura para comerlo.

—Yogurt de duraznos, rico— dice Dahlia mientras me llevo una cucharada de la mezcla cremosa a la boca.

—¿Cuál es tu favorito Dahlia?— le pregunta el chico.

—Mango, definitivamente.

—Bien, mañana te traigo uno.

—¿Mango?— extrañada, levanto una ceja.

—¿No lo has probado Tam?— me pregunta Zander.

—Nunca, me entero de que existe el yogurt de mango.

—-Traeré dos entonces.

—¿Los haces o los compras?— pregunta Dahlia con interés.

—Los hago con mi abuela. Vende yogures caseros y, no es por presumir pero son buenísimos.

—-Aww que tierna. Amo los abuelitos.

—Algún día las llevaré a conocerla.

—Seguramente si, para que conozca a la novi...

Pateo su pie.

—¡Ay!, Tammy ¿qué rayos?.

—Nos encantará conocer a tu abuelita Zander— sonrío algo nerviosa— Nos vemos a la salida ¿va?.

Jalo a Dahlia y nos vamos, dejando al chico en la cafetería.

—¿Qué ibas a decir Dahlia Martina?.

—Ey, mi segundo nombre no.

—Responde— digo, con los brazos en forma de jarra.

—Iba a decir la nueva amiga de su nieto.

—No mientas.

Ella suspira.

—Sabes perfectamente lo que iba a decir.

—La novia de su nieto.

—Exactamente— afirma.

—-No Dahlia Martina, no— doy la vuelta.

—¡Con mi segundo nombre no!, ¡Y no te molestes!.

—Déjame adivinar, ¿era una broma?.

—Sí, y entre broma y broma la verdad se asoma— ríe y se va.

Dame paciencia Dios mío,
Dame paciencia.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 19, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando la Imaginación se DesbordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora