Capítulo 22

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Emperatriz

Dante Nielsen

Jodida mujer, cómo me cala y encanta al mismo tiempo sin hacer el mínimo esfuerzo.

Mi madre permanece en shock mientras Liliana le acaricia la espalda y le susurra que la entiende y no sé cuántas pendejadas más, mi madre no me habla, la recogí en una calle después de que me llamara, pero no sé qué le pasó, de mi padre lo único que sé es que está tras las rejas junto a Augusto Evans, no puedo acercarme porque sería peligroso y por si fuera poco el ministro ya se está recuperando mientras yo sigo con un maldito yeso en el brazo.

Sara está tirando a matar, ya le jodió tres negocios a Daniel y estoy seguro que en cuanto la basura que se hace llamar su novio esté de nuevo como máximo jerarca me van a masacrar, porque ella sabe todo de mí, sabe debilidades, fortalezas, puntos de quiebre, sabe todo mientras que yo de ella solo sé lo que ella quiere que sepa.

—Aún tienes a Dante, Sofía, no puedes caer.

—Está viva...—susurra estupefacta.

Sara era muy querida por mi madre, no me sorprende que la noticia de que está viva la ponga de este modo.

—No debiste ir—le digo llamando la atención de ambas. —¿Cómo se te ocurre ir a un atentado?, sabes lo peligrosas que son, mi padre está tras las rejas por ello, si tú no estás ahí es porque le caías bien, si no tendrías el mismo destino.

—No hablo de Sara—dice dirigiéndome la palabra por primera vez en toda la semana.

— ¿De quién hablas?

—De Denisse—pronuncia el nombre con asco, con rencor.

Y es comprensible, la mamá de las peores escorias que han pisado la tierra fue la pesadilla de mi madre durante años, pues el poder siempre fue más importante para mi padre y cómo resultado de ello infidelidades y lágrimas por parte de mi madre.

—Tienes que hacer algo, Denisse la va a dañar, esa mujer no es de fiar y le mató a un hijo.

— ¿De qué hablas?, Denisse está muerta, Augusto la mató.

—No la mató, tu padre...

— ¿Qué tiene que ver mi padre?

—Tienes un hermano—solloza destrozada— Me dijo que ya no estaría con ella cuando tuvo el poder, pero siguió ahí. Yo te cuidaba mientras él se acostaba con ella.

— ¿Denisse no está muerta?

—No, está viva y va a dañarla.

—Nadie puede dañarla, madre.

Ha sufrido los peores dolores, sea lo que sea que intente hacerle, ella está preparada para lo que sea, es una mujer fuerte y poderosa.

—No lo entiendes, el ministro...

Unos golpes en la puerta me distraen dejando a mi madre con Liliana.

— ¿Qué pasa? —pregunto.

—Es Dayana, no quiere comer—me dice Carolina.

— ¿Y luego?, ¿Qué quieres que haga?

—Cintia siempre se encargaba de darle, yo no sé cómo...

—Pues manda a tu hija o yo que sé, no estoy para idioteces, para eso te pago.

—Quiere hablar con usted.

—Pues mándale a su madre, no ha venido por ella, le dije que solo la iba a tener un mes, llámala y si no viene por ella hoy mismo, la sacas a la calle.

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