Renovada 🔪

Capítulo 38

Vehemente

Las Bahamas

Sara Gray

No sé en qué momento a Dante se le ocurrió aceptar esta maldita salida con los Méndez.

A Leonardo no le permitieron vacaciones porque hay mucho trabajo, Darien dejó de marcarme y eso me molesta porque no sé qué nuevos movimientos hay, Dante me habla solo para lo esencial como si le hubiese hecho algo.

— ¡Oh dios!, ¿Estás viendo lo que yo?—me pregunta Cintia agarrándome para no caer en su fingido desmayo.

Volteo hacia la dirección que ella mira y veo a unos estadounidenses sonriéndole con coquetería.

—No sé si te miran a ti o a mí, pero me gusta.

—Creo que te miran a ti.

O tal vez a mí, no lo sé, dudo que las cicatrices de mi piel parezcan muy atractivas.

—A ambas, mírate, estás fenomenal con ese sombrero lujoso, el bikini te marca el buen cuerpo que tienes y tus pies son increíblemente perfectos, hasta las uñas traes pintadas. Ante ellos somos muy bellas, ¿Les modelamos?

Regalo de Luna las uñas por cierto.

—Anda, ve, yo te cuido de que no se propasen.

Me sonríe feliz y camina con toda la sensualidad que tiene una latina hacia ellos.

Camino hasta las sombrillas y me echo de espaldas a éste, llamo a Luna y me pone bloqueador, es su misión como la menor.

No fui muchas veces a la playa, pero siempre solía ser yo la que ponía el bloqueador a mis hermanos solteros, cuando íbamos varios le tocaba a Joselyn, luego a Dayana y así sucesivamente, el chiste era no quedar tan quemados.

Observo a Cintia coquetear, a Luna jugar con Jared y a Didier molesto por que su mamá le ha obligado a venir y convivir con los Nielsen, en sí Elizabeth me dijo que en realidad ellos ya habían planeado estas vacaciones, de hecho se están quedando en una de esas cabañas que están prácticamente sobre el mar, al igual que yo no les apetecía estar junto a los demás, así que yo por mi parte me aproveché de mis contactos y pedí una de las mejores cabañas pertenecientes a Rebecca Drawson, esa mujer sí que nada en dinero, es una buena amistad, no es metiche ni juzgona, agradable para mí, estresante para el ministro por ser siempre ignorado.

Dante permanece mirando toda la tarde alejado de nosotros con su cara de amargado.

No sé qué cosa le inyectaron, pero ha estado insoportable, primero hace su plan con Luna para que me quede con él y al otro día se va a quedar al cuarto de visitas, al ver eso volví a quedarme con los niños durante las dos semanas posteriores.

Siento que hay algo raro, pero no puedo preguntárselo como si nada, porque el maldito de Julian siempre está ahí pegado como garrapata, tengo que deshacerme de él lo más pronto posible, solo estorba y me mira mal, y si no me mira mal sonríe feliz de que Dante no me tenga en un altar.

Tal vez está enamorado de él, por mí como si se casan, me da igual.

Carolina está junto a mi cuñada jugando con sus niños que son los más pequeños.

Todos se divierten menos yo.

Me hastío de todo y me levanto, los niños están con Yes, así que camino hacia donde está Dante, pero del otro extremo de la barra para pedir un Martini.

Me lo bebo disfrutando de las vistas mientras que el bartender me mira como queriendo hablarme.
Me quito mis gafas de sol mirándolo fijamente, pasa saliva nervioso y le dedico una media sonrisa antes de decirle que se acerque.