Capítulo 33

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Obsesión

Londres / Inglaterra

Daniel Evans

El dolor de cabeza es insoportable, pero lo soporto mientras veo a los leones despertar.

Despiertan agitados y les lanzo una pieza de carne a cada uno, continúan con hambre y me toca alimentarlos mientras esa mujer me mira, el tatuaje me quema antes de que les lance un pollo.

Los veo satisfechos y solo ahí abro la jaula y me adentro.

—Hola pequeño—acaricio al menor mientras pongo una mano en Scar.

Mueven la melena al verme, pero al poco tiempo se debilitan y caen.

Aprieto mis puños para tratar de controlarme pero todo el estrés y la furia son peores.

—Sabes quién lo hizo ¿No?

La conozco, mira con culpabilidad a los leones y dudo que sea solo por el vínculo que tiene con Aquiles.

—Si.

—Habla

—Darien.

— ¿Tu novio?

—Ex, pero prefiero que lo llames ministro.

La jaqueca me molesta y por ello salgo de la reja y con una tarjeta me las ingenio.

— ¿Qué haces?

—Metete en tus asuntos Sara.

La empujo y me devuelve el empujón haciendo que la pastilla caiga al suelo.

—Deja de joder o te saco.

—Estás comportándote como un crío.

—Vete a la mierda.

Me mira asombrada y ahí la dejo parada antes de salir.

Tomo un porro y me lo fumo en el balcón.

—Oye...

Blanqueo los ojos.

—Sabía que eras masoquista, pero quiérete un poco.

—Estás cruzando la línea y...

— ¿Me quiere advertir algo, viceministra?

Soplo el aire en su cara.

Molesta lo toma entre sus manos, lo tira al piso y lo aplasta con su bota.

—Mira Daniel, estoy aquí para que salves a los leones, deja de perder el tiempo metiéndote porquerías al organismo y céntrate, estoy harta de esto.

—Bienvenida al mundo donde nada te gusta.

—Mi vida no me gusta desde que te conocí, y para ser sincera nunca me ha gustado, siempre tengo que adaptarme a las circunstancias que los demás marcan para mí.

Medio sonrío irónico y la detallo.

—Hay algo más que te tiene intranquila ¿No?

— ¿Cómo?...

—Lo sé todo con solo verte, tal vez el otro idiota se enamoró de ti, pero la obsesión es mayor, y yo Sara Gray, te conozco hasta lo más mínimo desde que eres Sara Méndez.

Me observa cuidadosa.

—El problema es que no me enamoré, me obsesioné y por ello ahora estás aquí y eres tan fácil de leer.

Me mira furiosa antes de suspirar y aceptar su destino.

—Bien, primero cura a esos leones, después curaremos tu enfermedad.

Renovada 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora