Capítulo 46

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Duplas inesperadas

El cansancio me toma factura, puedo sentir los párpados pesados y todo mi cuerpo adolorido, mi mente hace recuento y quiero quedarme así suspendida en esta nube oscura, no quiero despertar y tener que preocuparme por lo que mi secreto causó, ni las víctimas que estoy arrastrando conmigo.

Los golpes y la rozadura de la bala me hacen imposible fingir seguir durmiendo, pues mis entrecejos se arrugan, siento un collar de metal que me corta la respiración, me tienen sentada con la cara alzada y las manos y las piernas están entumecidas por el dolor de ser apretadas.

Tengo una bolsa en la cabeza que me castra y empeora mi respiración.

No hablo porque eso me agotaría más, solo veo sombras moverse y siento como me quitan la bolsa cuando abro los ojos.

—Despertaste—me habla García y miro a mi alrededor percatandome del ministro que me mira al otro lado de la sala de investigación.

—¿Qué pasa?—pregunto confundida— Tú perra, dejaste ir a las rusa por quererme atrapar a mí, eres una pendeja—le hablo en español.

—Está con nosotros —me habla la tercera persona presente, Dalila Jones.

—¿Qué?

—Todo fue una trampa para ti, Virgen de la Mafia.

Miro a Darien y este me mira furioso.

—¿Para mí? No entiendo, ¿De qué hablan? Me arriesgué por su patética competencia.

—El Boss y mi hijo se unieron hace tiempo, justo después de que fuera secuestrada por él, ¿Recuerdas? Tú misma me rescataste.

—¿Traicionó a la milicia, ministro? Siempre supe que la mafia estaba en su gen, pero no me esperaba algo así.

Dalila me voltea la cara con un fuerte golpe, y solo paso la lengua por esta desde el interior.

—Mi hijo tiene mi sangre, por lo tanto sangre de calidad, pero ¿Qué vas a saber tú de eso? Solo eres hija de un anciano cuyo trabajo con esfuerzo y alcanzaba para comer y una ama de casa que vendía productos de catálogo.

Aprieto los puños, odio la impotencia que siento, quiero romperle la cara.

—No sé de qué habla, mi padre era un respetado policía que murió en un atraco a un banco y mi madre era ayudante de un restaurante respetado.

—Sabemos quién eres, deja de mentir—me reclama Alejandra arrastrando una caja de agua donde me zambute la cabeza sin dejarme tomar aire, solo mueve algo en la cadena que sostiene mi cuello.

—Esto está en contra de mis derechos como Viceministra.—reclamo cuando puedo respirar.

—Tus derechos no son nada si el ministro lo está permitiendo.

Veo a Darien con odio antes de que me hagan tragar agua.

—¿Por qué me torturan? Ni siquiera me están haciendo preguntas o me dicen por qué estoy aquí, bola de imbéciles.

—Estás aquí por traición.

Me hago la loca aunque sabía que este momento llegaría, solo que no tan pronto, esperaba que llegara y yo estuviera más preparada, lo matara y siguiera como si nada.

—¿Traición? ¿A la Mafia o a qué?

—A nosotros

—Pensé que la competencia era algo legal.

—Sabes de lo que hablo, Sara Méndez.

Simplemente lo miro confundida, actuando como estos años.

—¿Qué?—lo miro cuando espera que diga algo más—No tengo nada qué decir, solo que eres un idiota por creer lo que ha dicho tu madre, pero... ¿Qué podía esperar? Eres un hijo de mami.

Renovada 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora