Capítulo 1

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Nueva vida

7 meses después del intento de homicidio

Londres / Inglaterra

Sara Gray

Me paseo delante de la tripulación que obedece las órdenes del capitán a cargo de la tropa observando como recorre cada uno de los cuerpos pisándoles la espalda para que bajen bien en cada ejercicio que realizan.

Maldita sea la hora en la que me metí en este embrollo donde la gente sólo grita, amedrenta y destruye a las personas con menor rango que ellos y tienen que callar si no quieren un castigo el cual probablemente termine en una misión casi suicida.

¿En qué momento dejé de ser quien tiene el poder total?

— ¡Gray!—me gritan y troto hasta llegar a un lado del capitán que dirige la tropa a la que pertenezco, la A5.

—Dígame mi capitán —saludo con el debido respeto llevándome la mano a la frente para después bajarla con rapidez.

—Tengo asuntos que atender, encárgate de que cumplan con los ejercicios.

Obedezco su orden cerciorándome de que los cadetes realicen los ejercicios correspondientes a su rango.

—Vamos, pueden hacer más que esto, estamos en la mejor central judicial de los ejércitos, no somos unos simples agentes de la DDS o el FBI, no pueden rendirse a las 100 lagartijas—les hablo paseándome entre los espacios que dejan entre filas.

Los cadetes sacuden sus cabezas para eliminar las gotas de sudor que se hacen en su frente sin detenerse, son fuertes y personas como estas son las que llevan a las grandes organizaciones hasta la cima.

— ¿Dónde está Williams?—me pregunta la capitana de la tropa A3, Lizeth Brown.

—Tiene asuntos pendientes, capitana—le digo mientras aliento a los cadetes a seguir sus ejercicios.

—No deberías tratarlos con dulzura, así no llegarás a más, sargento.

—Tengo mis métodos.

Respondo y me uno a los ejercicios de los cadetes, no me gusta quedarme parada solo humillándolos, desde mi perspectiva observo quien lo hace mal y lo hago repetir todo poniendo el ejemplo.

La capitana siempre ha sido de mi total desagrado, cree que con su cuerpo curvilíneo, su cabello rubio y su falsa sonrisa operada tiene derecho a humillar a la gente de bajo rango, desde que la vi por primera vez no me agradó, y ahora veo que no solo fue porque en ese momento éramos de bandos distintos.

La recuerdo, me he topado con ella antes, dirigiendo y participando en operativos grandes que la llevaron a colocarse como capitana.

Les doy un descanso a los cadetes y aprovechan para beber agua seientos, el entrenamiento es pesado pero no como el personal que yo cumplí hace tiempo, con una persona de entrenamiento asiático, ellos sólo entrenan fuerza, resistencia y músculo, les falta velocidad.

—Gracias Gray, vuelva a sus actividades—el capitán me indica y asiento con la cabeza dejando a los pobres cadetes que no se mide al gritarles.

—Hola, Hola Sarita—me saluda Amalia Meyer llegando a mi lado.

Es alemana, castaña y de ojos verdes, es linda como toda la gente que trabaja aquí, parece ser un requisito y pertenece a la misma tropa que yo con el mismo rango.

—Te he dicho que no me llames así.

—Lo siento, es que me es imposible no hacerlo, siento que si te llamo Gray sonaré como los capitanes o algún amargado que da órdenes.

Renovada 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora