Capítulo 20

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Noviazgo

Observo a los niños que interrogan y me cuestiono si en verdad estoy haciendo lo correcto, ¿Estarían mejor con Yesenia?, yo les doy cariño, pero no total, tengo un trabajo de tiempo completo y no puedo atenderlos y estar con ellos como ella.

Luna llora y miro al ministro esperando que acelere el interrogatorio, pero él solo me pone una mano en el hombro mientras escucha de lo que hablan gracias a los audífonos.

—Suficiente—le hablo y no me importa perder la oportunidad de ascender, ya tendré otros métodos.

El shock de ayer me pegó fuerte, pero al analizar todo di con que la caja no estaba del todo cerrada.

Jared no me dictamina cuando entro por ellos y eso me hace tragar saliva, la trabajadora social me reclama, pero no me importa, los niños llevan ya dos horas aquí, por muy sobrinos de mafiosa no tienen por qué ser tratados de este modo, mucho menos con sus métodos donde le muestran fotos de Joselyn exigiendo parentescos.

—No puede llevárselos sargento, aún no concluimos.

—No voy a dejarlos y ver cómo haces llorar a mi hija, no me importa de quién sean sobrinos, ahora son mis hijos y no voy a dejar que me los dañen.

—Arréstela ministro, es sospechosa.

El ministro se acerca, pero lo detengo alzando mi mano para alejar las esposas.

— ¿Sospechosa por qué?

—No me deja culminar con el interrogatorio y su nombre es igual al de la Vigen.

— ¿Dos horas no te bastaron para preguntarles eso?, eso solo indica que no eres apta, que dos horas no son suficientes para interrogar a unos simples niños, mejor dedíquese a otra cosa y deje de andar jodiendo.

—Puedo apelar la custodia.

Suelto la mano de Luna y me acerco a la trabajadora tomándola de las solapas de su traje.

—No me tiente porque con un chasquido de dedos puedo quitarle todo lo que tiene, incluyendo su vida. Y antes de que intente acusarme por agresión, recuerde que el ministro de la máxima entidad lo está viendo y no hace nada—le susurro antes de soltarla.

Tomo la mano de ambos niños y le dedicamos una despedida al ministro antes de irnos.

Golpeo el volante y dejo caer mi cabeza sobre este estresada.

—Tranquila, no dijimos nada— dice Luna poniendo su manita sobre mi hombro.

—Lo siento mucho.

—¿Qué sientes?, ¿Sus muertes o el que nos interroguen cómo criminales?—dice Jared y niego antes de encender el coche y manejar hasta el departamento.

Eso no estaba estipulado, esa mujer no tenía por qué darles la noticia de golpe, yo ya había escrito y ensayado el cómo decirlo.

Arrugo las hojas que escribí y tomo mi celular furiosa.

Cintia entra y me mira con lástima antes de poner su mano sobre mi hombro.

—Ellos lo entienden, no seas tan dura contigo misma.

—Soy una mala madre, una mala sargento, una mala amiga, una mala hija y una mala hermana—dejo las lágrimas salir mientras me abraza.

—No eres una mala persona, Sarita. Solo tuviste un destino cruel.

La abrazo y la suelto cuando escucho gritos en el cuarto de los niños, me levanto de mi cama y entro a su habitación de golpe.

— ¿Qué está pasando aquí?—les reclamo secando mis lágrimas.

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