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En la ciudad de la Furia - Soda Stereo

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En la ciudad de la Furia - Soda Stereo

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Una vez que volví a la finca de glicina, dormí un poco antes de que anochezca otra vez y ahora estábamos revisando la misma zona.

Mientras Sanemi estaba por los techos, Masachika y yo nos mantuvimos en la calle, los 3 patrullando juntos.

Kumeno siempre que asumía el cargo de líder insistía en que no debíamos alejarnos por nada del mundo. Esa estrategia me parecía bastante bien a mi.

Sanemi no objeto, de hecho, ni siquiera habló desde que apareci. Yo tampoco iba a molestarme en hablarle luego de que me haya tratado así ayer.

Entendí un poco mejor a nuestros viejos compañeros con esta nueva mirada.

Ellos solían decir; "Shinazugawa es muy gruñón" o "¡es un maleducado!", siempre remarcando sus cosas negativas. Hasta ese momento él siempre me trató con normalidad, creí que al menos me tenía estima, pero parece que ni siquiera me respeta.

Solo vi lo bueno por la excelente relación que tiene con Masachika. No se como hace para manejar a personas tan difíciles...

¡Pero no pienso respetarlo si él tampoco me respeta! Aunque sea el amigo de Masachika, no quiero dejarme pisotear.

Mi maestro solía decir que era demasiado emocional porque lloraba fácilmente o me enojaba mucho, usualmente los dos al mismo tiempo.

Ya tengo suficientes problemas con averiguar como sobrevivir hasta fin de mes ahora que le di todo mi dinero al clan Yi. Al menos ya tengo la deuda del mes saldada.

Con esta misión, podré sobrevivir todo lo que queda del mes. Solo debo aguantar un poco más.

- Meiko, espera... - Susurro Masachika poniendo una mano en mi hombro para que me detenga. También le hizo una seña a Sanemi que automáticamente se agacho en el techo.

Ante nosotros, colgado de una pared, estaba la misma figura de la noche anterior. ¡Tenia la forma de un cuerpo diminuto, probablemente del mismo tamaño que un muñeco!

Se percato de nuestra presencia, pero antes de que pueda reaccionar Sanemi salto del techo y lo apuñaló en la espalda.

Masachika y yo corridos sacando nuestras katanas, él le corto la cabeza al pequeño cuerpo, pero este no se desintegró, sino que se quedo inerte en el suelo como si de un verdadero muñeco se tratase.

Me acerque para verlo mejor. Su rostro era como el de un demonio normal, pero tenia un solo ojo color rosa intenso. No sangraba, en su lugar dejo un viscoso material que se impregnó en las katanas de los chicos.

- Que mierda... - Maldijo Sanemi tratando de limpiar su katana contra el suelo de tierra, pero no lo logro.

- ¡Allá! - Exclamó Masachika otra vez.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora