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No llora - El Carteto De Nos◞───────⊰·☆·⊱───────◟

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No llora - El Carteto De Nos
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— Estoy tan feliz... de que estén bien, chicos. —

No pude evitar llorar también.

Las lágrimas de Masachika hicieron que me emocione y sus risas fueron el detonante para mis lágrimas.

Estaba tan feliz de verlos bien.

Abrace a Sanemi poniendo una mano sobre su nuca, subiendo mis dedos hasta enrredarlos en su cabello. Termino hundiendo su rostro en la almohada, justo al lado de mi cabeza.

— Mei... ¡yo también estoy muy feliz! — Exclamó el azabache, pasando a apretar las sábanas para no estrecharme tan fuerte.

Pase mi mano por su espalda, sonriendo.

— No grites tan fuerte... — Solté una risita mientras mis lágrimas seguían cayendo.

A pesar de que mi cuerpo seguía débil, estaba muy contenta.

Sin importar cuantos huesos tenga rotos tenga o cuanta sangre haya perdido, lo único que me importaba era este momento.

— No somos los únicos aca, tarado. —Murmuro Sanemi levantándose y sentándose en el borde de la cama, agarrando el cuello de la camisa de Masachika para levantarlo también.

Volvi a reírme apoyándome en mi manos izquierda para sentarme más cómoda.

— No me grites, sigo sensible... — Murmuro limpiándose las lágrimas, ya sentado del otro lado de la cama.

— No te estoy gritando. — Respondió el albino. Solte otra risa mientras me limpiaba las lágrimas.

— Mei, ¿como te sientes? — Rápidamente la atención de ambos se desvío hacia mi. El albino se quedó callado, también esperando mi respuesta.

— Bien, mucho mejor. —

Ni siquiera note la mirada de las hermanas mariposa en la otra punta de la habitación, viendo la escena entre los tres.

La menor se veía dudosa, sin saber que hacer realmente.

— Teníamos que separarlos. — Dijo en voz baja viendo de reojo a su hermana detrás, con una mano en su hombro.

— Tranquila, Shinobu. Lo necesitan. —

— Masuaka va a necesitar otro yeso si le rompen otra pierna... —

— ¡Shhhh! — Le dijo al oído, callando sus malos comentarios.

Kanae se movió mientras se paraba a su lado, sonriendo al ver como los tres nos abrazabamos.

Se cruzo de brazos y Shinobu inconscientemente la imito, inclinando su cabeza mientras nos veía.

Al menos parece que son un buen equipo, pensó mientras salía de la habitación.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora