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On melancholy hill - Gorillaz◞───────⊰·☆·⊱───────◟

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On melancholy hill - Gorillaz
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Gracias a dios salimos de ese pueblo durante al amanecer. Me sentía agobiada de tanta información, ni siquiera sabia que pensar y mantuve mi mente en blanco.

No quise hablar con los chicos sobre lo que pasó hasta que me preguntaron.

— ¿Pudiste asesinar al demonio por tu cuenta? — Pregunto Koki, como si no lo creyera. Yo solo asentí mientras caminábamos.

— ¿Estas bien? — Pregunto el otro gemelo asomando la cabeza para verme.

— Si, la sangre no es mía. — No era una completa mentira. El vendaje de mis brazos estaba sucio, pero ya no sangraban así que estaba bien.

Aun así, mi pelo y uniforme seguían sucios de sangre, mía y del demonio.

— ¿Como mataste al demonio? ¿Era muy fuerte? ¿Segura que no estas herida? — El joven seguía haciéndome preguntas que no quería responder, solo lo miraba desde mi costado.

— Koki, no la agobies. — Kosei dice desde nuestras espaldas.

— ¿Y que paso con esas mujeres? —  Hizo una última la pregunta, la que todos se hacían en sus adentros.

Yo suspiré bajando la cabeza y mi cabello cayó levemente por mis hombros. Debo cortarlo antes de que siga creciendo, es molesto.

— No se... — Empecé a hablar buscando las palabras correctas.

Cuando asesine al demonio ellas seguían arrodilladas rezandole a la estatua. Estaba tan agotada que quise pasar sin que me noten, pero vi el cuerpo sin vida de la mujer que me ayudó y quise taparla.

Tome un haori que estaba en el suelo y la tape. Antes de que pudiera irme, una chica joven se abalanzó sobre mí llorando.

Al parecer todos eran cómplices del demonio, pero no por voluntad, sino por miedo a ser asesinados. Llevaban con esa tradición hace años, supongo que no conocían nada distinto.

Creí que quería golpearme, pero solo sollozaba y me decía cosas como; "gracias por salvarnos".

No tuve la fuerza para alejarla y la dejé ahí mientras las demás se inclinaban a mi dirección.

No me di cuenta de ello hasta que los chicos llegaron y nos fuimos rápidamente.

— No quiero volver a ese pueblo nunca más. — Murmure luego de contarles todo lo que pasó.

— Era más como un culto enorme. — Agrega Sanemi.

— ¡Si, hasta casi me cortan la mano! — Masachika se acerca y me mostro su vendaje, rápidamente me alarme.

— ¿Eh? —

Ellos me contaron lo que pasaron en la cima del templo y yo tomé su mano para examinarla desde cerca, muy preocupada por su salud.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora