23

293 54 35
                                    

Aerostato - Gonzalo Genek ◞───────⊰·☆·⊱───────◟

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aerostato - Gonzalo Genek
◞───────⊰·☆·⊱───────◟

El entrenamiento me mataba, pero luego revivia por los gritos de Shinobu y el ruido de su silbato.

¿Como una niña tan pequeña puede gritar tanto? Seguro tiene la garganta de metal o algo.

— ¡SANEMI, 10 FLEXIONES MAS! — Lo único que hace desde que empecé a entrenar es gritar, y usar el horrible silbato alrededor de su cuello, por supuesto.

— ¡USTEDES TAMBIÉN, NIÑITAS! — Señaló a Kosei y Masachika tocando el silbato otra vez.

Es dura como un entrenador militar. Desde que Meiko despertó, hace un poco más de una semana, se ha vuelto más estricta.

— Quisiera ser un gatito caminando por una pradera... — Murmura Kosei tirado en el suelo luego de hacer 40 flexiones más, justo cuando Shinobu se fue al baño y nos dejo descansar.

Últimamente ha estado aislado por lo que le pasó a sus hermanos, pero lentamente está volviendo a integrarse. 

Habla más con Masachika, nosotros no somos muy amigos.

Además, apenas terminamos el entrenamiento se va a su cama a dormir hasta la mañana siguiente.

— Te entiendo, amigo. — Dijo el azabache dándole palmadas en la espalda.

— Una vez leí una historia sobre unos gatos. — Comenta, queriendo incluirme en su conversación dándome una mirada insinuante.

— Yo leí varios libros, muchas guías y eso. — Murmura el ojiazul, pensativo.

No quiero charlar en este momento, simplemente me senté dándoles la espalda.

— ¿Sabes leer? — Pregunto el rubio, sorprendido de ese hecho.

No me agrada porque dice cosas sin pensar, como un idiota.

— ¡Si, Meiko me enseñó! — Cuando dijo eso, no pude evitar girarme para verlo con cierta sorpresa también.

— ¿De enserió? —

— Si, apenas nos conocíamos, pero cuando supo que no sabía quiso enseñarme. — Respondió con una sonrisa.

— Ohh, que amable. Seguro es buena maestra. — Kosei siempre prestaba mucha atención cuando se mencionaba a Meiko.

¿Por qué prestarle tanta atención? Además, ni siquiera la conoce tanto.

— En realidad no tiene paciencia. Por suerte aprendí rápido. ¡Cada vez que hacía algo mal me golpeaba la cabeza! — Los dos chicos se rieron por eso.

— ¿Y tu, Kosei? ¿Sabes leer y escribir? — El nombrado asintió cuando el azabache le hizo esa pregunta.

— ¡Si, mis padres me enseñaron cuando era niño! —

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora