Capítulo 20: Los últimos privilegios de la confianza (Parte I)

986 61 26
                                    


Dividido en dos partes porque sino actualizo en agosto del año que viene. Saludos.

──────

Manreet

Nunca fui alguien a quien le gustase reconocer una buena acción propia, siempre fui más de los errores.

Por mucho tiempo considero que me esforcé para ser alguien apta para ofrecer excelencia, y el único camino que distinguí para hacerlo fue la autodisciplina, y la autocrítica; una dura autocrítica constante hacia mí. Quizá sea ese el primer error que cometí con la intención de no cometer más errores. No el exigirme, porque eso siempre lo vi necesario de hacer, pero ser dura conmigo misma es probablemente la primer falla en todos mis métodos, de comienzo a fin.

En un momento solo intentas ser duro contigo mismo para enorgullecerte; al otro ya no te reconoces y te provoca fastidio seguir existiendo, porque todo lo que haces lo ves mal. Siempre hay fallas en los planes, pero es en los míos donde siento que trabajo con una completa incompetente, y ya casi no escucho la voz que intenta frenarme para dejar de verme con tal calificativo. Ya no escucho a la voz que me defiende dentro de mí, es más, creo que le gané.

El odio hacia mi propia existencia le ganó a esa esperanzada voz.

¿Por qué no estoy muerta?

Simple respuesta: estoy trabajando día y noche para sobrevivir, aunque no de la misma forma agobiante de antes, porque corro un poco menos de peligro que en 'esos tiempos', pero sigo intentando sobrevivir.

¿Por qué lo intento y no me mato de una vez?

Quizá porque espero una salvación en mí. Que algo interrumpa ese momento o todo el trayecto que me llevó a estar ahí; que alguien aparezca y diga que me detenga. Que alguien me dé una buena razón para vivir. Una esperanza dependiente.

¿En qué momento pisé en falso y terminé aquí?

No lo sé, sinceramente. Pienso en todo lo que hice para llegar hasta a donde estoy, y es tan abrumante la cantidad de sucesos que recuerdo y que sé que me faltan recordar, que me pierdo entre mis memorias; entre mis recuerdos. Olvido porqué estaba pensando en todo eso, y a los segundos ya estoy distrayéndome con algo nuevo, evadiendo completamente la respuesta que quería hallar.

Hice muchas cosas, y aprendí unas cuantas más en este lugar y con estas personas, pero sigo haciéndome las mismas dos preguntas que me hice incluso antes de llegar hasta aquí.

¿Quién soy?

¿Y para qué vivo?

Antes creía que decir que lo hago 'para servir' era un intento de lavarme el cerebro para no volverme loca en este lugar. Ahora, es un consuelo, porque incluso si fuese por eso, sabría entonces que vivo para algo.

Y no solo para repudiar mi existencia pero intentar seguir viviendo.

Escucho entre la oscuridad su armoniosa y angustiada voz.

─¿Qué hay de ellas? ─pregunta un poco preocupada. Sé que las escuchó discutir, y seguramente sintió un par de palabras herirle de forma muy personal.

─Están en los aposentos de Lady Dimitrescu, mi señora. Su madre está hablando con ellas ─responde una sirvienta, y entonces noto el miedo y la pena en su voz.

─¿Hablando o discutiendo? ─ella pregunta.

La sirvienta duda unos segundos antes de responder nuevamente. Ella suspira, y asumo que mira a mi señora con algo de compasión. A ella la angustiará aún más oírlo.

Perfidia • 〚 ᴰᵃⁿⁱᵉˡᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴼᶜ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora