Capítulo 10: Ella, Desdémona.

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Nunca antes imaginaría lidiar con alguien tan complicado. Nunca antes se atrevería a confrontar a Cassandra, y mucho menos hablarle o dirigirle aunque sea una mirada. Miedo. Miedo de sobra inspiraba.

Pero allí estaba; haciendo una reverencia ante ella y con otra compañera de servicio detrás; temblando y pensando qué hacer para no responder ante aquella Dimitrescu.

─Mi señora, lamento haberla hecho esperar. Hubo un... contratiempo. Con gusto se lo explicaré después─ Manreet miró unos segundos a la morena; indicándole con la mirada que podría ser algo de su interés, lo cual Cassandra captó y simplemente asintió, aún algo molesta por la espera.

─¿Y tú?, ¿qué esperas? ¡Retírate! O yo misma te escoltaré a tu lugar─ la advertencia de la morena fue suficiente. Camila, la criada que había traído las noticias, hizo una reverencia temblorosa y se marchó corriendo; lejos y perdiéndose en la oscuridad del pasillo y la noche.

Vaya osadía de cualquier forma, animarse a comunicar algo entre tanta oscuridad. Camila había tenido valentía, y Manreet la admiraba por ello en verdad.

─Anda. No me hagas perder más tiempo─ Cassandra entró a sus aposentos, y en un suspiro que Manreet intentó reprimir, se adentró también al lugar.

El cansancio suprimía toda ansiedad en ella, pero nunca se podría acostumbrar.

Ni bien la puerta se cerró, Manreet dio un rápido vistazo sin levantar la cabeza y siempre sumisa, por los rincones de la habitación. Apenas supo apreciar la organización y el cuidado de la hermana del medio, cuando se trataba de mantener limpio el lugar más íntimo a su alcance.

Cassandra no era desorganizada ni tampoco una bestia sucia que tenía la ropa tirada por todos lados, o pedazos de cadáveres distinguibles en cualquier rincón. No, ni siquiera había un aroma a podredumbre o a sangre. Era un aposento limpio y muy bien cuidado, contrario a lo que cualquiera podría esperar.

─Toma asiento─ la morena dio la orden y señaló sin mucha importancia, una silla que estaba frente al armario.

Manreet al principio miró desconfiada, más no pensaba probar la paciencia de aquella mujer. Estaba cansada, y debía admitir que Cassandra estaba siendo mucho más benevolente con ella, de lo que esperaba.

Tomó asiento. Mantuvo la cabeza agacha, y las manos entrelazadas mientras esperaba pacientemente lo que tuviese que decir la morena. Esta solo guardaba un par de cosas en su tocador; cerraba los cajones y se admiraba en el espejo, complacida de que su maquillaje fuese perfecto ante sus ojos.

Volteó a ver a la sirvienta con condescendencia, y sin hoz o alguna otra arma en mano, comenzó a caminar por la habitación, con suma paciencia; demasiada para lo que se esperaría de ella. En silencio, casi pareciendo estar dispuesta a tararear para recordar su discurso.

Ni bien sus pasos la hicieron coincidir y detenerse contra el borde de su cama, aclaró su garganta y habló. Parecía una actriz preparando alguna clase de burdo ensayo, y aquello a Manreet le impacientaba.

─Antes de proceder a una introducción breve, y una explicación detallada sobre a lo que has venido a escuchar, primero quisiera saber qué rompió el compromiso que con seguridad aceptaste cumplir, respecto a tu... puntualidad─ Cassandra volteó a ver a la criada, y esta pareció traducir todas aquellas palabras a una simple pregunta, para saber qué decir.

«¿Por qué llegaste tarde?»

─Me desvié de lo primordial atendiendo otras ocupaciones, para aligerar el peso y la presión sobre el trabajo de algunas compañeras, mi señora. Más específicamente... intenté aligerar la carga de tareas en las sirvientas de su... zona─.

Perfidia • 〚 ᴰᵃⁿⁱᵉˡᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴼᶜ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora