Tres días. Otra vez.
Había una obsesión con ese número, por lo visto. Pero sí, tres días.
Tres días desde que Daniela aniquiló media ala de servidumbre. Tres días desde el complot contra su doncella personal. Y tres días desde lo sucedido, que dieron mucho para pensar.
El aire era tenso en el castillo. Siempre lo era, pero ahora se sentía un poco más. Y todo inclinaba a que las sirvientas planeaban algo. Ya sea para escapar. Para matar a Manreet. Para matarse a sí mismas. No tenían idea, pero que algo planeaban, seguramente así era. Era un blanco seguro.
Manreet no era la única que notaba cosas diferentes. También sus amas la observaban, pero ya no se le acercaban para pedirle que hiciera nada. No. Ni Bela ni Cassandra la llamaban para fases del plan. No tenía idea de si ese era el final del juego, o si era una pausa antes de que llegase el esperado final. Manreet creía que, de ser así, entonces el final podría ser su inminente muerte, y entendería entonces porqué las mujeres se distanciaban y le daban tiempo para que pasase cerca de Daniela. Querrían dejar que se despidiera, quizás.
La entristeció. Y no, no necesitaba mentir al respecto, ni hacer divagaciones astrales que la llevasen a preguntarse quién era, ni nada de eso. No requería acudir al pasado ni recordar charlas pasadas. Nada de reflexiones. Nada de cuestiones. Nada de culpa. Se entristeció y punto, porque no quería separarse de Daniela. No ahora que la quería de verdad.
Manreet se sentía principalmente observada, además de triste y nostálgica, cuando se separaba de Daniela. Eran pocas las ocasiones aún así. Bela y Cassandra la observaban ir de un lado a otro, con un vestido nuevo cada vez más corto que el del día anterior, y maquillaje radiante; siguiendo fielmente a la pelirroja a cualquier lado. Desde las cenas familiares, donde Alcina incomodaba a la sirvienta con indescriptibles miradas, hasta en las noches en las que, o Bela, o Cassandra, veían a Manreet salir de los aposentos de Daniela bastante tarde. Siempre trayendo un libro entre las manos, y sonriendo con nostalgia, o suspirando, mientras se retiraba hacia su propia habitación.
Bela sonreía orgullosa y con complicidad, mientras que Cassandra se veía raramente preocupada. No debería estarlo, porque esta era una amante más de su hermana menor, pero las condiciones en las que se daba todo eran extrañas, o sospechosas, al menos para ella.
No había momento donde Cassandra no caminase por algún pasillo tranquila, y no escuchara a las sirvientas hablando cosas mientras veían a Manreet y a Daniela pasar. Sí, les daba su merecido por no ocuparse de lo que les correspondía, y hasta llevaba a las mazmorras a algunas, por simplemente hablar, pero no sentía que hiciese la diferencia. Algo fuerte parecía venir, y el hecho de no saber definir qué era, la volvía impotente. Ella podría no estar preparada, ni para recibir al invierno, ni para lidiar con una Daniela muy ilusionada.
Pero Manreet las seguía saludando cortésmente, como siempre, porque seguía sin olvidar de dónde había venido toda la dicha que ahora disfrutaba. Todo fue por Bela y Cassandra, quienes si bien empezaron todo con la intención de crear burlas y desgracias, al final solo provocaron dicha en Manreet y Daniela. Y la sirvienta lo agradecía, porque lo permitieron. Dejaron que Manreet continuase siguiendo a Daniela, en vez de deshacerse de ella por verla inútil para lo que había sido contratada.
Ambas hermanas asumían que tan mal no había hecho su trabajo después de todo, e intuían que Manreet más que ablandar a Daniela, se dejó ablandar por ella. No servía de marioneta ciertamente, pero no la pensaban matar. Cassandra se retiró parcialmente del juego, pues ya no tenía gracia según le dijo a Bela y, a sus adentros, hace bastante tiempo se había arrepentido de iniciar todo. Le gustaba dejar todo por las paces y abandonar tontos rencores hacia sus hermanas. Seguirían siendo eso, sus hermanas. No servía de nada continuar peleada con ellas, y con Daniela no había excepción.
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Perfidia • 〚 ᴰᵃⁿⁱᵉˡᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴼᶜ 〛
Fanfiction❝ Mujer, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez, te he dejado de adorar...❞ Órdenes son órdenes. Peticiones son oportunidades. Juegos son perdición asegurada. O eso pensaba la esclava griega que vivía esquivando a las señorita...