Bela le había halagado, otra vez.
Se sentía bien. Se sentía conforme. Se sentía... normal.
Algo que pasaba sin pena ni gloria, porque de pronto no venía al caso satisfacer el ego de Bela. No, ya no importaba. Para Manreet al menos, ya no era algo tan vital para su tranquila mañana.
Se había quedado con las palabras duras de Daniela. La pregunta demasiado directa y hasta ofensiva que le hizo, y... las ganas de continuar su mañana de forma tan pacífica, como lo había transcurrido con toda la ironía del mundo, junto a Daniela.
La había pasado bien, o al menos, gran parte del tiempo, incluyendo cuando fingió emocionarse por esos tontos coqueteos.
Pero ya no quería reír, ni sentir lástima por nadie.
Manreet quería tirarse sobre su colchón y dejarse morir tranquilamente, mientras sus compañeras hacían su vida y peleaban por sobrevivir.
Hablando de compañeras, ¿dónde estarían sus amigas? Hace tiempo las vivía esquivando mientras cumplía el oficio, y pasaba tiempo con las hermanas o con Anthea y Castalia.
Extrañaba escuchar las elocuencias de Despina cuando husmeaba en la zona de Daniela; las barbaridades que presenciaba Eugenia bajo el mandato de Cassandra, y las anécdotas agradables y cálidas que Aunitz contaba, luego de una jornada larga trabajando bajo el mando de Bela.
Eran lindas compañías a fin de cuentas. Doncellas tan únicas y distinguibles, como humanas e irrepetibles. Manreet sabía bien que hoy no respiraría de no ser por ellas.
Eugenia era la voz de la razón, y a la vez el consuelo y la oyente perfecta para un desahogo. Tan seria como serena. Tan profesional y dedicada como comprometida y responsable. Alguien que siempre controlaba cada aspecto de su vida personal, y mantenía a raya todo a su alrededor. Incluso a veces parecía ser más una máquina que una mujer.
Sin embargo, algo en Manreet le decía que esa doncella sería muy buena amiga, si se le acercase sin miedo aquel día en el que la conoció. Viéndola tan retraída y sumida en sus pensamientos, mientras repartían tareas en el ala de servidumbre, y sus compañeras de zona se lamentaban y lloraban por tener a Cassandra asignada.
Eugenia había sido la única que no se resignó a las lágrimas. Supo bien lo trágico que sería su destino, y confiaba en su capacidad de resiliencia. Nadie lucharía por ella, así que debía hacerlo por sí misma. Por ello parecía tan especial entre las demás doncellas. Manreet así como seguramente otras más, habían visto algo especial en ella.
Despina era otro caso completamente apartado. Ella no tenía control alguno sobre lo que pasaba a su alrededor, lo dejaba pasar e intentaba vivirlo tanto como pudiera. Quizás por ello el destino la había puesto en el camino de Daniela. De haber terminado en el de Cassandra, seguramente estaría muerta por ser tan impulsiva y osada.
El día en que se sortearon los puestos y se terminaron de hacer un par de correcciones, Despina no se alarmó cuando supo que una tal "Lady Daniela" era dueña de la zona a la que terminaría asignada. Para nada, ni siquiera pareció temer ante las miradas lastimeras que le dedicaron las demás criadas.
La creían una pobre ingenua que se alegraba de tener un puesto allí, pero, quizás era más que eso. Despina como persona era entusiasta y atrevida; gozaba de tener poco pudor o vergüenza propia como ajena. La vez en la que se perdió en los pasillos, ni siquiera temió ser asesinada por alguna Dimitrescu, para ella incluso parecía ser un divertido juego de escondite y búsqueda.
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Perfidia • 〚 ᴰᵃⁿⁱᵉˡᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴼᶜ 〛
Fanfiction❝ Mujer, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez, te he dejado de adorar...❞ Órdenes son órdenes. Peticiones son oportunidades. Juegos son perdición asegurada. O eso pensaba la esclava griega que vivía esquivando a las señorita...