Nuevas compañías

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Había decidido no comer, tenía el estómago cerrado; además el querer comer algo implicaba que tenía que levantarse de la cama, andar hasta la cocina y tener que cocinar algo en el caso de que la comida que su madre le había dejado preparada la noche anterior no le gustara, y claro… eso era demasiado. Con lo a gusto que estaba tumbada, no se iba a incorporar ahora que había cogido la postura perfecta para dormirse. Los ojos se le cerraban por minutos, aunque de vez en cuando pegaba un pequeño sobresalto provocado por los gritos procedentes de la televisión.

Dos horas fue lo que duró la siesta, y aunque se encontraba muy cómoda tumbada, al final terminó incorporándose.

Las tripas llevaban ya un tiempo quejándose, pedían a gritos algo de comida, y ya iba siendo hora de complacerlas.

Se dirigió a la cocina, abrió el armario de encima de la pila y cogió un vaso. Luego abrió la nevera y de ella sacó un brick de leche que volcó sobre el mismo. Metió el vaso en el microondas y mientras se calentaba durante un minuto, sacó de otro de los armarios de la cocina un paquete de galletas y junto con una cucharilla, el bote del cola cao y un mantel, lo llevó al comedor. Muy pocas eran las veces en las que merendaba, pero las veces que lo hacía le gustaba hacerlo mientras veía una de sus series favoritas “Castle”. Tenía pensado ver el par de capítulos que echaban a esas horas y luego ponerse a hacer los deberes que debía haber acabado el día anterior, y si le sobrara tiempo y tenía ganas lo mismo optaba por adelantar algo de estudio. Muchas ganas no tenía, pero sabía que si lo iba aplazando luego se le acumularía todo y acabaría estresada.

Era viernes y su plan para esa tarde era quedarse en casa haciendo deberes mientras que la gente de su edad se divertía en la calle, aunque tampoco era algo que le disgustara en exceso.

A medida que el capítulo que estaba viendo iba llegando a su fin, mayor era la pereza y menores eran las ganas de sentarse frente a su escritorio.

- Buah, mira paso de los deberes por hoy, ya si eso mañana los hago – fue la excusa que puso de por medio para no hacerlos y no sentirse culpable por ello.

La verdad es que tan mal no se estaba en casa sin salir, tenía la casa para ella sola, palomitas y buenas pelis ¿Qué más podía pedir? Tarde de películas, tumbada en el sofá… tampoco era una mala forma de empezar el fin de semana. No era ni la primera ni la última persona que optaba por empezarlo así. Pero ¿Qué peli podía ver? La mayoría de las que tenía en formato DVD se las había visto repetidas veces, aunque no por ello dejaban de ser buenas o sus ganas de verlas habían disminuido. Pero, esa tarde le apetecía ver una película que no hubiera visto antes, a ser posible de terror, pero ¿cuál? Cogió el portátil y con ayuda de un cable lo conectó al televisor, haciendo así posible que lo que quisiera ver en la pantalla del ordenador lo pudiera ver en el televisor.

Navegó por varias páginas diferentes de películas Online en busca de alguna que llamase su atención, y estuviese disponible. Tardó un rato en dar con alguna que cumpliese con sus expectativas, pero afortunadamente encontró la indicada “La Huérfana”. Era una película estrenada años atrás, nunca la había visto y tras leer las críticas y la sinopsis, le llamó la atención.

Se suponía que la peli era de miedo, pero mucho no es que le asustara, a decir verdad, pocas películas conseguían asustarla.

Cogió el móvil para ver la hora, y comprobó como un número desconocido le había hablado por whatsapp haría una hora. Al principio se extrañó, ¿Quién sería?, no le había dado su número a nadie en los últimos días. Abrió la conversación y pulsó sobre la foto de perfil de la persona desconocida, donde pudo contemplar a una chica de su edad aproximadamente, pelo castaño y piel blanca. Tuvo que concentrarse para poder reconocerla, se trataba de Sandra, la chica que había conocido esa misma mañana.

El Juego Del AhorcadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora