14 mensajes nuevos sobresalían de entre los antiguos, unos cuántos eran de publicidad, el resto, como era habitual, de un alias anónimo.
Uno tras otro los fue abriendo, en la mayoría tan solo se leía la palabra " gorda" o algún que otro sinónimo, y en una pequeña minoría tan solo había imágenes desagradables.
Cerró la pestaña, apagó el ordenador y como había planeado se fue a la ducha.
Llevaba casi un día sin ver su reflejo, y eso la desquiciaba. .
Allí no tenía un espejo lo suficientemente grande como para contemplar su cuerpo, tampoco una báscula en la que poder pesarse a diario.
Seguro que había engordado, ¿qué habría pensado su tío de ella? Seguro que se había ido de casa con la excusa de hacer recados, para no tener que ver su asqueroso cuerpo.
Salió a la terraza descalza, se había puesto el pijama, pero no se había abrigado los pies. Se sentó en una de las sillas, encendió un cigarro y se limitó a observar el mar.
El sonido de las olas era música para sus oídos, teniendo aquello no necesitaba sus canciones, ni sus cascos.
Apagó el cigarro y se quedó sentada observando el paisaje. Se sentía demasiado a gusto como para entrar adentro, si por ella fuera se construía un fuerte allí y haría de la terraza su paraíso durante su estancia.
Cogió el teléfono, lo desbloqueó y marcó los primeros dígitos de un número de móvil que se autocompletó tras poner los tres primeros y le dio a llamar.
- ¡Ash! ¿Cómo te va?
- No me quejo.
- ¿Cómo es la casa, el pueblo, tu tío...?
- Del pueblo poco te puedo contar, mañana daré una vuelta. La casa no se parece en nada a la mía, pero me gusta. La terraza es la parte que más me gusta y estoy segurísima de que a ti te encantaría. Las vistas son la hostia y puedo escuchar el oleaje.
- ¡Qué envidia!
- Algo de bueno tendría que tener esto.
- Si. ¿Y con tú tío que tal?
- Se le ve majo y bromista.
- Guay.
- Por cierto tengo ordenador, mi tío me ha cedido el suyo.
- ¿Tienes Skype?
- Si, pero hace tanto que no lo uso que he olvidado la contraseña.
- Eso tiene arreglo – río.
- Sí.
- Bueno pues cuando tengas acceso agrégame y hablamos mejor por ahí que nos podemos ver y es más cómodo.
- Vale, déjame tu nombre por wa.
- Ahora te lo envío.
- Me tengo que ir ya, ¿hacemos Skype luego?
- Por supuesto.
- Adiós.
- Adiós.
Volvió a meterse dentro de la casa, cerró la puerta que separaba el interior del exterior, y se quedó parada sin saber qué hacer. No eran más de las siete de la tarde y su tío había dicho que hasta la hora de la cena no volvería, por lo que tenía dos horas muertas mínimo.
Se tumbó en el sofá y puso la tele para vencer un poco esa soledad, pero de poco sirvió. Ojeó las películas que había en la estantería con la esperanza de encontrar alguna que la llamara la atención y hacer su espera más amena, pero no encontró ninguna interesante.
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El Juego Del Ahorcado
Teen FictionY de la noche a la mañana todo cambia, todo lo que tenías se esfuma, y tú dejas de ser. Sientes como tu vida se te escapa de las manos y no puedes hacer nada para remediarlo, sientes como a medida que el tiempo corre, te descompones y con cada respi...