Se levantó a media mañana, estaba sola en casa, su tío había salido con el barco y ella no sabía qué hacer para pasar el tiempo. No tenía hambre, después de todo lo que había cenado la noche anterior tenía provisiones para lo que quedaba de semana, por no hablar de todas las calorías que había debido ingerir. Optó por ducharse, vestirse, y como le había prometido a su tío, recoger un poco la casa.
Empezó por barrer los dormitorios, siguiéndole el baño y acabando por la cocina. Mientras barría se iba fijando en los cortes que se había hecho la noche pasada y se dio cuenta de que si ella era capaz de verlos con tal facilidad... cualquiera podría, por lo que tenía que pensar en algo para taparlos. Podría probar con coleteros, alguna que otra pulsera o algún reloj, pero seguro que eso le rozaba y le molestaba. Se le ocurrió que podría maquillarlos, si el maquillaje era capaz de arreglar una cara, ¿Por qué no iba a poder cubrir cuatro arañazos? Total, tampoco pensaba bañarse, no iba a ponerse a enseñarles su cuerpo a personas que no conocía para que se rieran de ella. Le daba asco desnudarse para ella misma... no se iba a poner un bikini y a tumbarse en medio de la playa o de una piscina a merced de toda esa gente que podría pasar por allí. El maquillaje, era la solución que necesitaba.
Tenía ganas de hablar con alguien, especialmente con Sandra, aunque había cosas que le ocultaba, sabía que era una de las personas más indicadas con las que poder desahogarse, pero se abstuvo a llamarla, no era ni la hora de comer, y teniendo en cuenta que la noche anterior había salido, seguro que seguía en la cama.
Quería salir a la calle, bajar a la playa, no para bañarse, tan solo necesitaba dar una vuelta, y a lo mejor no era mala idea eso de empezar a hacer algo de deporte. Había escuchado que la mayoría de la gente de su edad iba a un gimnasio, o salía a correr un par de veces a la semana, alguno incluso lo hacía todos los días.
Correr por la playa le era tentador, era un terreno cómodo, blando y lo mejor, con música de fondo.
Hubiera bajado si no fuese porque temía perderse. En cuanto su tío llegase lo primero que le iba a pedir sería que la llevase a la playa, el resto del pueblo ya lo conocería más adelante, ahora la prioridad no era otra que la playa. Al fin y al cabo él mismo había dicho que era allí donde se encontraba la fiesta, ¿para qué quería conocer más sitios?
Estaba tan entretenida entre sus mundos imaginarios que no se dio cuenta de que su móvil llevaba ya un tiempo sonando. Tardó tanto en reaccionar que para cuando quiso cogerlo, ya habían colgado. En la pantalla aparecía un número desconocido, por lo que prefirió no devolver la llamada, sino que esperó hasta que unos minutos más tarde volvió a sonar.
- ¿Hola?
- Hola, Ash.
-¿Quién eres?
- Soy yo, Javi.
- ¿Qué Javi?
- Tú tío.
- Ah vale, perdona es que no te tenía guardado.
-No pasa nada.
-¿Ocurre algo?
- No sólo quería avisarte de que no podré ir a comer por lo que me temo que tendrás que comer sola.
- No hay problema.
- Tienes sobras de anoche en la nevera.
-Vale, por cierto ¿A qué hora llegarás?
- Pues no sé supongo que casi a la hora de cenar, siento no poder enseñarte la playa como te dije, pero me ha surgido algo.
-No te preocupes. Si me dices como llegar hasta la playa puedo intentar ir yo sola.
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El Juego Del Ahorcado
Teen FictionY de la noche a la mañana todo cambia, todo lo que tenías se esfuma, y tú dejas de ser. Sientes como tu vida se te escapa de las manos y no puedes hacer nada para remediarlo, sientes como a medida que el tiempo corre, te descompones y con cada respi...