Era 7 de Junio, un día que llevaba esperando desde que cumplió los 16. La despertó su tío muy temprano, con una tarta en una mano, y un regalo envuelto en la segunda. Estaba dormida, la noche pasada se había acostado a las tantas y que ahora la despertasen a esa hora... Debían ser poco más de las cinco, pero el ver que su tío había puesto tanto empeño en que pudiese disfrutar de su cumpleaños, hizo que el sueño se fuese de paseo. Sopló las velas mientras abría su regalo.
- No es gran cosa, pero espero que te guste.
- No tenías que haberte molestado.
- Sé que no es lo que esperabas para este día, que tenías tus planes, pero espero, que aun estando aquí logres disfrutar de tu día.
- Esto tampoco está tan mal como me imaginaba – sonrió.
- ¿Te gusta?
- El último disco de Paramore, ¡Me encanta! Muchas gracias.
- De nada, vi la chapa que llevabas en tu mochila y pensé que te haría ilusión, no sé si lo tendrás. Ahora debo irme a trabajar, y probablemente tenga que estar unos días fuera, tú ahora duérmete que todavía es pronto.
- Gracias tío.
- Una última cosa, ten cuidado y no me armes ninguna – bromeó.
- Tranquilo.
Regresó a la cama, y siguió durmiendo hasta media mañana. Como de costumbre salió a correr por la playa, ya se iba acostumbrando a eso de hacer deporte, aunque solo llevaba unos días practicándolo, pero su resistencia mejoraba.
Al llegar a casa se dio una buena ducha, y luego se sentó frente al ordenador. Les había prometido a sus padres que hablaría con ellos por Skype. Ponía que el usuario estaba disponible, en cambio, nadie cogió la llamada.
Viendo que ellos no le contestaban y que Sandra también aparecía como disponible, se propuso llamarla. Tardó un poco en contestar, pero al final descolgó.
- ¡Ash! Muchísimas felicidades, me gustaría estar allí junto a ti y felicitarte en persona, tirarte de las orejas y pasar el día contigo y con el resto, tal y como lo habíamos planeado, pero ya lo celebraremos cuando vuelvas.
- Muchas gracias, a mí también me gustaría que todo hubiera salido como lo planeamos, pero bueno es lo que hay, no podemos hacer nada.
- ¿Y qué tal la cosa por allí? ¿Has hecho amigos o algo?
- Pues aquí todo va bastante bien, he hecho nuevos amigos y amigas, son todos estupendos, y la verdad es que me lo estoy pasando estupendamente.
- Me alegro mucho chiqui. Cuéntame ¿cómo piensas pasar el día?
- Supongo que haré lo de siempre, playa, playa y más playa con estos. Jugaré al vóley, tomaré el sol... no sé.
- ¿No piensas hacer nada en especial?
- Sí bueno, mi tío nos va a llevar a todos a dar una vuelta en su barco el Sábado de la próxima semana, y pasaremos el día en una pequeña isla que dice que hay por ahí perdida.
- Suena divertido.
- Sí, aunque lo sería aún más si estuvierais todos vosotros aquí.
- Eso está claro – rio.
- Oye te cuelgo que me están llamando mis padres, hablamos en otro momento. Cuídate.
- Adiós.
Nada más finalizó la conversación tuvo que empezar una nueva, ahora con sus padres.
- Hola.
- Hola cumpleañera, muchas felicidades.
- Gracias.
- ¿Cómo ha empezado el día?
- Bien.
- Sabemos que estás molesta, pero nos lo agradecerás.
- Lo que vosotros digáis.
- ¿Y qué tal todo por allí?
- Bien.
- ¿Cómo se porta tu tío?
- Muy bien, me ha hecho un regalo y me ha hecho soplar las velas, cosa que vosotros no podréis hacer.
- No te enfades, Ash.
- Tengo que irme, adiós.
No les dio tiempo a despedirse. La duración de la llamada no había sido ni de cinco minutos, pero le daba igual, no le apetecía hablar con ellos, bastante que les había dedicado cinco minutos de su tan preciado tiempo. Tendrían todo el tiempo que quisieran para hablar con ella sino la hubieran echado de esa forma.
Se tiró en el sofá, cerró los ojos y disfrutó de la soledad. Se había imaginado ese día de tantas formas... menos de esa. Empezar disfrutando de sus 17 a solas, a cientos de kilómetros de su gente, no era lo que más le apetecía, sin embargo, era lo que le tocaba.
No le atraía la idea de bajar ese día a la playa, no estaba de ánimos, sino podía celebrar su cumpleaños con la gente que ella quería, no iba a hacerlo con personas a las que acababa de conocer, por muy bien que les cayera.
Finalmente, se animó a llamarles e invitarles a casa a tomar un poco de tarta. Ella no se la iba a comer y no podía hacerle el feo a su tío de que llegara y siguiera en la nevera, y le daba pena tirarla. Pasaron la tarde todos juntos en la casa, viendo películas, nada del otro mundo, pero todos disfrutaron de la tarde.
Se quedaron hasta tarde todos juntos, Ashley tuvo que improvisar la cena, no iba a dejar que se fueran a esa hora a casa sin haber comido nada desde la tarde. Eran las once de la noche, y al fin y al cabo la tarde no había salido tan mal como se imaginaba. Se habían reído, habían gastado bromas, pero sobre todo habían permanecido todos juntos.
Cuando todos se fueron, Ashley se quedó recogiendo la casa, no estaba muy liada, ya que se habían molestado en ayudarla un poco antes de irse, pero faltaba barrer y poco más.
Una vez hubo recogido, cogió la cuchilla, la misma de siempre, con la que intimó el primer día, la única que había rozado su piel y se la llevó al brazo. Una vez más la deslizó un par de veces, dejando que la sangre saliera, sintiendo el dolor.
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El Juego Del Ahorcado
Teen FictionY de la noche a la mañana todo cambia, todo lo que tenías se esfuma, y tú dejas de ser. Sientes como tu vida se te escapa de las manos y no puedes hacer nada para remediarlo, sientes como a medida que el tiempo corre, te descompones y con cada respi...