Pequeño

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Los días pasaron volando, y en un abrir y cerrar de ojos su tío ya estaba de vuelta.

Se había retrasado, en principio solo estaría fuera un par de días, pero tuvo que alargar la salida durante cuatro días más.

Prepararon todo para la salida del sábado, día en que habían quedado todos para ir a pasar el día fuera.

Salieron temprano para poder disfrutar más del día. En sus caras se notaba el sueño, pero a pesar de ello, todos estaban contentos, sabían que había merecido la pena madrugar para eso. Disfrutaron del trayecto, observando el mar, vigilando por si podían ver algún animal marino, pero no hubo suerte. Tardaron poco más de media hora en llegar a la isla de la que Javi, el tío de Ashley les había hablado. Todos estaban entusiasmados con la idea de salir de la playa de siempre, de esa rutina que terminaba siendo aburrida.

Sacaron las cosas del barco, pusieron las sombrillas, extendieron las toallas, bajaron algunas sillas que habían traído para los que preferían estar sentados sobre algo sólido en vez de sobre la arena, y disfrutaron del día. La arena era blanca, aunque quemaba mucho por lo que para andar era mejor ponerse unas zapatillas o hacerlo por la orilla. El agua era mucho más clara que la que bañaba su playa, y la vegetación que les rodeaba era verdosa y abundante.

Javi no les permitió moverse de la playa, desconocía lo que había dentro de toda esa vegetación, y no quería correr riesgos.

Los chicos improvisaron una pequeña pista de voleibol, mientras que las chicas aprovechaban para tomar el sol y con suerte ponerse morenas.

Javi aprovechó para echar una cabezadita, sabía que ya eran lo suficientemente mayores como para controlarse y no armar ninguna. Todos tenían entre 16 y 17 años, por lo que no era necesario que se les estuviera vigilando como si de niños pequeños se tratase.

A la hora de comer, juntaron todas las toallas y se sentaron todos juntos, no había mesa, ni platos calientes, tan solo bocatas, bebidas, y postres, pero fue una comida bastante agradable.

Después de comer, juntaron las sombrillas para hacer una sombra más grande y se tumbaron. Unos aprovecharon para echarse una pequeña siesta, otros optaron por quedarse hablando. Una vez había pasado unas dos horas desde la comida, pudieron meterse al agua. Ninguno de los que había allí creía en eso del corte de digestión, pero Javi, les prohibió bañarse hasta que no hubiese pasado un tiempo mínimo, por si las moscas.

Cuando el sol empezó a ponerse, recogieron las cosas y pusieron rumbo hacia el puerto.

Estaban todos cansadísimos, no habían parado en todo el día, por lo que nada más llegar, aun siendo temprano, decidieron irse a sus respectivas casas.

Había sido un día bastante movidito, pero todos habían disfrutado como nunca, querían repetirlo en cuánto les fuese posible.

Ash ayudó a su tío a descargar algunas cosas que debía subir a casa, mientras que otras se quedaron guardadas en el barco. Ambos estaban muertos y nada más entrar por la puerta, dejaron las cosas que llevaban y se dirigieron a sus camas. 

El Juego Del AhorcadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora