Los imposibles no existen

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Tras cuatro meses y medio de tratamiento, pudo volver a casa, donde la recibieron amigos y familiares entre llantos y sonrisas. 

Su habitación seguía tal y como la había dejado, no había cambiado nada, excepto la pared, el espacio dedicado a sus amigos fue modificado.

- Cogí las fotos de tú móvil.

- Gracias papá.

- Fue idea de tu madre, dáselas a ella.

Había imágenes suyas con Sandra y todo su nuevo grupo de ahora, que aunque al principio le parecía que solo la respetaban por llevarse bien con Sandra, le demostraron que realmente la querían junto a ellos.

De todas las imágenes nuevas, hubo una que le hizo emocionarse. De entre todas ellas sobresalía una, no por su tamaño ya que era mucho mayor que el resto, sino porque estaba enmarcada. En ella salía ella sonriendo junto con Paula. 

Se acercó a ella y se quedó mirándola mientras las lágrimas recorrían su cara. La echaba de menos, hablar con ella, el sentarse frente al mar mientras imaginaban sus vidas de una forma distinta. 

Nada volvería a ser igual en su vida, pero ahora más que nunca tenía claro que su vida seguía, lucharía por ella pero también por Paula; y pese a que ya no podría volver a verla o escuchar su voz, su recuerdo siempre estaría con ella.

Ver esa foto, le había dado ganas de escribir, de expresarse, de gritarle al mundo entero que no iba a rendirse.

Encendió el ordenador, abrió su blog al que le cambió el nombre por " los imposibles no existen" y empezó a escribir.

Llevaba bastante sin hacerlo, pero las palabras brotaron solas.

"Nací para ser real, no perfecta"

¿Y qué si cometo errores? ¿A quién le importa si fallo? ¿Qué hay de malo en caer? ¿Qué tiene de malo ser diferente, no ser como el resto?

Me he pasado gran parte de mi vida intentando gustarle a la gente que me rodea, siempre actuando con miedo.

Miedo al qué pensarán los demás de mí, ¿hablarán a mis espaldas? ¿Me pondrán verde? ¿Les caeré bien? Miedo al rechazo, a quedarme sola, a que todos me den de lado. Miedo a las críticas, a ser juzgada, a no ser suficiente, a no ser lo que esperaban.

¿Y sabéis qué? Ese fue el mayor error que pude cometer.

¿Por qué debo comportarme siguiendo los gustos de los demás? ¿Por qué ser como ellos quieren en lugar de ser como yo quiero ser? ¿Qué consigo siguiendo sus normas, sus reglas en vez de las mías?

NADA, no consigo NADA, tan sólo convertirme en un muñeco, en un títere cuyas cuerdas las mueven otros, y eso no es vida, al menos eso yo no lo quiero en la mía.

He tardado un tiempo, quizá demasiado en darme cuenta de que yo no era como ellos decían, que yo no quería ser como ellos esperaban que fuera, que esa persona que se movía sin conciencia no era yo.

¿Cuántos errores habré cometido y cuántos me quedarán por cometer?

¿Cuántas veces habré tocado el suelo en vez de tocar el cielo con mis propias manos?

¿Cuántas personas habrán pasado por mi vida diciendo ser amigos, pero con el tiempo me demostraron que ese nombre se les quedaba grande?

Me queda mucho que aprender, experiencias por vivir, gente a la que conocer, muchos golpes por darme, pero sobretodo muchas caídas de las que levantarme.

Mi camino sigue y el pasado queda atrás, pero ahora sé una cosa: Nací para ser real, no perfecta.

Queridos lectores dejadme que os de un consejo: No juguéis a ser perfectos, la perfección no existe.





El Juego Del AhorcadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora