Martín

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Martín despertó en medio de la oscuridad. Estaba aturdido y le dolía la cabeza.

Recordó las últimas palabras que le dijo a Alicia y se le vino a la memoria lo que sintió al hacerle el amor.

De pronto, se vio entre los arbustos y de la mansión y sintió el golpe seco del cuerpo de su padre cayendo a sus pies.

Recordó su cara y sus palabras. "Corre por tu vida.. Gonzalo es un asesino, Gonzalo mató a tu mamá"...

NOOOOOOO , gritó con todas sus fuerzas, mientras sentía un frío que le calaba los huesos.

- Pero si el mugroso ha despertado, dijo una voz conocida.

Una mano le sacó la capucha negra que tenían en la cabeza y poco a poco, Martín pudo ver a su alrededor.

Estaba maniatado y tirado en el piso de una especie de cueva, húmeda y sucia, donde unas lámparas de aceite iluminaban el lugar y le daban un aire de terror.

Gonzalo Montiel, estaba frente a él, rodeado de varios hombres.

-Así que el pelagatos está llorando por el mediocre de su padre muerto, expresó, con tono de burla.

Martín quería hablar, pero la venda de su boca no se lo permitía.

El propio Gonzalo se la quitó y allí se descargó:

-Asesino, gritó Martín.. Por qué? Por qué mi madre? Por qué mi padre? Toda su vida mi padre te sirvió, por qué?

-Tu padre es un mediocre, un pelele, sin carácter. Toda su vida lo fue y aún así me quitó a la mujer de mi vida.

Se metió con quien no debía, igual que tú con mi hija. O crees que no sé qué pasaste la noche allí?

Tu madre tenía que ser para mi y prefirió al mediocre de tu papá, gritó Gonzalo Montiel.

Martín no daba crédito a lo que escuchaba y trataba de moverse, pero las ataduras se lo impedían.

-COBARDEE, gritó con todas sus fuerzas

Te voy a matar, no sé cuando, ni cómo, pero lo haré, dijo llorando del dolor y la rabia.

-No sé cómo lo harás si vas a morir, respondió Montiel y se alejó.

Antes de salir de la cueva, Gonzalo Montiel ordenó a sus hombres "mantenerlo vivo, ya saben cómo, hasta que yo les diga".

..

ALICIA

Luego de la noche de su fiesta y tras haberse entregado a Martín, Alicia lo esperó por semanas.

Al día siguiente, la noticia de la muerte de Facundo Guerra, fue todo un acontecimiento. Lo encontraron a un lado del camino a las afueras del pueblo. Nadie vio nada y la versión oficial fue: un asalto.

Alicia fue a la casa de Martín y no lo encontró, nadie sabía dónde estaba. La tía de Martín, Maruja, estaba desconsolada.

-Mi niña, me quiero morir. Mi hermano está muerto y Martín no aparece, dijo la señora bañada en llanto.

Alicia no sabía qué pensar o sentir. Creía que a Martín le había pasado algo horrible y eso le rompía el corazón.

Cuando ya habían pasado unas seis semanas desde el sepelio de Facundo Guerra, Alicia se sintió enferma y le dijo a Yaya que no quería ir a la escuela. Además, la idea de no ver a Martín la torturaba, así como la insistencia de Sergio, quien no se cansaba de llamarla por teléfono o insistir en visitarla.

Mientras todos desayunaban en el comedor, a Alicia le dieron unas ganas inmensas de vomitar y tuvo que salir corriendo hacia el baño.

En el baño vomitó y tras calmarse un poco salió, allí la esperaba Yaya.

-¿Mi niña, cómo te sientes? Llevo días observándote y estás pálida. Seguro Martín tiene una explicación para su conducta, se paciente, le dijo abranzándola.

-Yayita, él no es así. Algo pasó, dijo llorando, pero mientras caminaba sentía que se le iban las fuerzas y se desmayó.

Alicia despertó poco a poco y cuando pudo enfocar la mirada, su papá, el médico y Yaya la veían.

-Eres una prostituta, le gritó su papá, quien se le fue encima y casi le pega, si Yaya y el médico no se interponen.

Estás preñada. Es de ese bueno para nada de Martín Guerra, verdad? Prostituta, dijo con rabia.

Alicia apenas entendía lo que le pasaba y solo atinaba a mirar a Yaya, sin decir nada.

-Tienes unas seis a ocho semanas de embarazo, dijo el médico.

-Gracias doctor. Ya no necesitamos de sus servicios y espero que esto no salga de esta habitación, dijo Gonzalo Montiel, quien lo acompañó a la puerta.

Al salir de la habitación le dijo al doctor.

- Estoy hablando en serio, si hablas, me vas a conocer y de paso puedes aparecer en un camino por allí, igual que tu esposa y tus hijos. Así que espero que hoy mismo abandones este pueblo.

-Está bien, don Gonzalo, me voy. Pero déjeme decirle que el parto puede ser de riesgo, sobre todo por la edad de Alicia. Le recomiendo que la haga chequear.

-No diga tonterías que yo sé cómo manejar a mi hija. Adiós y espero no saber más de ti, afirmó.

-Una vez de regreso en la habitación de Alicia, Gonzalo Montiel le dijo: eres una vergüenza para esta familia, pero no voy a permitir que arruines mis planes.

Te vas a la finca con Yaya y allí te vas a quedar hasta que yo lo ordene y no es que vas salir a tu antojo, estarás encerrada, nadie debe verte, ordenó.

-No me puedes hacer eso, papá, dijo Alicia, con firmeza.

- Claro que puedo y lo haré y no soy más tu papá, aseveró, saliendo de la habitación.

Una vez solas, Alicia rompió en llanto.

-Qué haré, Yayita? Si Martín no aparece, qué haré?

- No te preocupes mi niña linda. Por el momentos vamos a irnos a la finca, allí estarás más tranquila y lejos de la rabia de tu papá.

Mátenlo

Luego de enterarse del embarazo de su hija, Gonzalo Montiel no podía con la rabia. Alicia había arruinado los planes que tenía de casarla con Sergio Jr. .. A no ser que...

Salió rápidamente de la casa y le dijo a uno de sus guardaespaldas que lo llevaran donde estaba Martín.

Al joven lo mantenían encerrado y casi sin comida. Había cumplido sus 18 años secuestrado.

Él sentía que se quería morir, pero pensaba en Alicia y en hacer justicia por la muerte de sus padres y eso le daba fuerzas y esperanzas.

Gonzalo Montiel llegó a la cueva y, sin entrar, le dijo a los guardianes: Mátenlo y lanzan su cuerpo al mar.

Dicho esto, Gonzalo regresó a su mansión justo cuando Alicia y Yaya se iban para la finca.

-Recuerda que no la deben ver y que las mantendré vigiladas, dijo Montiel, pero a Yaya, porque a Alicia ni siquiera le dirigió la mirada.

Continuará

La AusenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora