Alicia recibió a la joven Alicia y a Marcus invadida por una sensación de bienestar que no se explicaba.
Desde que los conoció, en la comida en la casa de Martín, esos muchachos despertaron en ella el sentimiento maternal dormido desde aquella noche, 24 años atrás, cuando vio por última vez a sus mellizos.
"Tal vez es porque estos jovencitos deben tener la misma edad que debían tener mis hijos. Y, de paso, es increíble lo parecidos que son. Es extraño, pero ellos se parecen y también tienen rasgos de Martín y míos", pensaba Alicia, mientras los jóvenes entraban a su oficina.
-Señora Alicia, dijeron al mismo tiempo y la abrazaron, como hicieron la primera vez que la vieron y, sin saber por qué, la sintieron tan cercana.
-¿A qué debo el honor de esta hermosa visita?, preguntó ella, también con ese sentimiento cálido, tras recibir ese abrazo y beso apretados que ambos le dieron.
Pero, primero me dejan de decir "señora", soy su amiga, así que para ustedes soy Alicia.
-Alicia quiere pedirle algo. Mejor dicho, decidimos que ambos queremos pedirle algo, explicó Marcus, señalando a Alicia para que ella hablara primero.
-Me cuesta hablar de esto, pero Marcus tiene razón. Ya es tiempo de que yo hable y quién mejor que usted para hacerlo.
Usted... bueno, Tú, sabes que soy viuda. Me casé muy joven y muy enamorada de mi esposo. Éramos felices, pero un día, de la nada, él tuvo un accidente en su coche. Mi esposo era mecánico y de los buenos.
No se explica cómo o por qué, si él tenía mucho cuidado con su coche, se haya estrellado en la carretera.
Yo quería que se investigara y puse la denuncia en el MP, cuando el accidente, pero el antiguo jefe del MP dio por cerrado el caso, diciendo que estaba más que claro cuál fue la causa del choque, relató la jovencita.
-Cuéntale de los anónimos y de lo que te pasó cerca del río, le dijo Marcus.
-Alicia, tengo mucho miedo. Hace unos días recibí un anónimo en mi correo electrónico. Me decían que "me cuide" del gobernador Carranza, expresó, con lágrimas en los ojos y temblando del miedo.
Yo no soy así, Alicia. O no era así de nerviosa. Pero, desde que cumplí los 15 años comencé a sentir que alguien me seguía, cuando iba a la escuela y así por un tiempo.
Luego, un día que decidí cortar camino por la desembocadura, ese cerdo me atacó. Si, Sergio Carranza Jr, se me vino encima, me atacó y casi me viola, si no es por unos hombres que me salvaron de sus garras.
Antes de que se lo llevaran, él me amenazó y dijo que se vengaría. Después de eso, recibí amenazas y siempre me sentí vigilada, por eso no dije nada.
Con el tiempo, las amenazas cesaron.
Tal vez estoy loca, pero creo que todo está relacionado. Sobre todo lo creo tras haber recibido este anónimo. Por eso se lo conté a Marcus y él me convenció de venir a contarte, para que me ayudes.
¿Verdad que vas a hacer algo? La muerte de mi esposo no fue un accidente. Por favor, ayúdame, pidió la muchacha, llorando, abrazada por Marcus.
Alicia estaba anonadada con el relato y sobre todo muy extrañada, porque no solo ella había recibido esos mensajes de alerta sobre Carranza Jr. Pero también sentía una rabia y dolor infinitos al saber que la jovencita estaba sufriendo.
-No te preocupes, mi niña hermosa. Vamos a hacer lo posible e imposible por esclarecer todo esto. Para eso estoy aquí, para hacer justicia. Te prometo que vamos a dar con los culpables.
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La Ausencia
General FictionUna historia llena de intriga y amor que unió a Martín y Alicia para toda la vida