LA FELICIDAD EXISTE

118 10 14
                                    


El cadáver de Sergio Carranza Jr fue enviado al norte de México, donde tenía familiares, por disposición de Fedora. Ella no quiso reclamarlo, no quiso hacerse cargo de eso. Le había hecho demasiado daño, durante 20 años.

Tampoco quiso recibir su herencia, aunque buena parte de las riquezas del flamante "gobernador" Carranza, fueron incautadas por ser producto de delitos como narcotráfico y trata de personas.

Durante la balacera, Fedora recibió dos disparos, pero no le ocasionaron mucho daño y, apenas se recuperó, anunció a Alicia y sus amigos, que se iría a Europa, para tratar de curar su alma de tanto sufrimiento, además de internarse en una clínica para curar su adicción al alcohol.

-Amiga querida del alma, te quiero y lo haré siempre. Me voy, pero prometo regresar hecha una nueva Fedora, dijo la rubia, despidiéndose de Alicia y de Yaya.

-Esta es tu casa y siempre será tu casa. Esta es tu familia, mucho más, ahora que te debo la vida de mis hijos, respondió Alicia, abrazándola.

Rebeca se fue a vivir con Alicia, por un tiempo. La anciana, a sus 63 años, estaba acostumbrada a vivir sola, pero decidió recuperar su capacidad de amar y qué mejor que hacerlo, rodeada de sus nietos y su pequeño Moisés, el bebé de Alicia que también le robó el corazón.

-Mamita, no voy a permitir que vivas sola nunca más. Bastante sufrí tu ausencia y, ahora que te recuperé, no te pienso soltar, le dijo Alicia, mientras Rebeca cargaba al inquieto de Moisés, quien había aprendido a decir: "Belita Alicha".

No me digas abuela, dijo Alicia, besando varias veces las mejillas gorditas del bebé, quien moría de la risa cuando ella le hacía eso.

-Hija, ¿Qué va a pasar con tu padre?, preguntó Rebeca.

-El juez decidió que esperará el juicio en prisión, en el área hospitalaria. Aunque tiene 80 años y no hay peligro de fuga, sus delitos son demasiados. No voy a decir que lo lamento, aunque no le guardo rencor. Él debe pagar por todo el daño que hizo y seguro morirá preso, sentenció Alicia, en tono duro.

Mientras las mujeres conversaban, llegaron como una tromba Martín, Marcus y Alicia. Como siempre, haciendo ruido y muertos de la risa.

-¿Pero qué escándalo es este?, preguntó Alicia, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras trataba de cubrir con un solo abrazo a los tres seres que más amaba en la vida.

Martín acababa de ir al hospital a recoger a los muchachos, quienes ya estaban prácticamente recuperados de sus heridas.

-Es que somos inmensamente felices, respondió Martín, abrazando a Alicia y dándole un beso apasionado, al que ella respondió de inmediato.

Los presentes se callaron por unos segundos y luego estallaron en risas y aplausos.

-A ver, tortolitos, no digan que van a ponerse en eso, aquí, delante de nosotros, agarren un cuarto, dijo Marcus, con cara burlona, mientras su hermana y su abuela movían la cabeza, asintiendo.

-No nos avergüenza mostrar nuestro amor, pero, tienen razón, hay cuartos suficientes en esta casa, respondió Martín, haciendo que Alicia se sonrojara.

De pronto, Yaya se acercó a la sala con algo en la mano.

Era la joya MARLICIA

-Recuerdo una vez que  mi niña Alicia me contó el significado de esta joya y que cierto jovencito le dijo:

"Esta joya es como el sol y la luna que no pueden vivir el uno sin el otro. Si se separa habrá dolor, pero, cuando se junte, la felicidad será para siempre", dijo.

Todos se miraron y Alicia y Martín tomaron cada uno una parte de la prenda.

La juntaron hasta hacer que calzara y Alicia dijo:

-Hace 25 años puse una parte de esta prenda en las personas que para ese momento eran y ahora siguen siendo, lo más importante de mi vida.

Hoy, tras tanto sufrimiento, se las entrego, otra vez, a cada uno de ustedes, expresó.

Les pido que la conserven y que la hereden a sus hijos. Va a ser como el símbolo de esta familia y de la felicidad que se puede alcanzar, aunque cueste mucho trabajo.

Los jóvenes la recibieron y abrazaron a su mamá, a quien se unió Martín, orgulloso de su bien más preciado: su familia.

FIN

Epílogo

Esa noche, en la habitación que era de Martín y que ahora era de ambos. Alicia y él se amaron como nunca. Hicieron el amor como los adolescentes que fueron y como el hombre y la mujer que ahora eran.

Tras el orgasmo más intenso de sus vidas, ambos dijeron: TE AMO

...

Seis meses después

Marcus y Alicia jugaban en la playita de la desembocadura del río, junto con Moisés, quien ya caminaba y corría y volvía locos a todos con sus travesuras.

A lo lejos, se veían Martín y Alicia, en el agua. De pronto, Martín se arrodilló y besó el vientre de quien se había convertido en su esposa.

Otro hijo, producto del más grande amor, estaba en camino.










La AusenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora