Martín casi no durmió en el avión, pese a las 10 horas de viaje. Estaba demasiado ansioso. Pensaba en su padrino El Diablo y en cómo estaría a sus 80 años. Siempre lo recordó fuerte , como todo marinero, pero ahora ya estaba grande.
Sabía de él porque siempre lo llamaba. Lo había convencido de aceptar la ayuda de su tía Maruja, quien también estaba por sus 70 años.
Pero, los pensamientos de Martín estaban concentrados en dos cosas: recordar a Alicia y en hacer justicia, por su padre y su mamá.
Por eso, en sus maletas llevaba los documentos que el Diablo le entregó 25 años atrás, cuando lo embarcó hacia Estados Unidos.
Recordaba claramente las palabras que le dijo Gonzalo Montiel, el día que lo secuestró y el sujeto admitió que había matado a sus padres.
En algún momento trató de que El Diablo averiguara si hubo una investigación sobre la muerte de sus padres, pero nunca se llegó a nada.
-Nadie ha investigado hijo, las versiones oficiales dicen que fueron "asaltos" y todo quedó allí, le dijo su padrino, en una oportunidad.
Martín pensaba que si él, en México pedía que se abriera una investigación, sirviendo como testigo, podría hacerse justicia. "Debo meditarlo bien y trazar una estrategia", pensó.
Por lo pronto, se ocuparía de los negocios que lo llevaban de regreso a México, sobre todo porque el agente de PEMEX le dijo que, además de visitar las oficinas centrales en la capital, tenían que ir a Acapulco, porque allí tenían la sede de la filial con la que se firmaría el contrato.
De esta forma, sí o sí, Martín debía regresar a sus orígenes y a sus recuerdos más dulces y amargos.
Pero, casi la totalidad de las 10 horas de viaje se le fueron en recordar a Alicia. Fue su primer y gran amor, su primera vez en el sexo, su primera ilusión, su primer beso.
A esas alturas de su vida, con 43 años, muchas mujeres habían pasado por su vida. Estuvo casado más de 15 años con Julieta, pero nunca, a ninguna amó como a Alicia.
"Si mi princesa estuviese viva, hoy estaría cumpliendo años", dijo para sí y recordó los dos últimos cumpleaños que pasó con ella: los 14, cuando le pidió que fuera su novia y sus 15, cuando ambos se entregaron al amor, con toda la pasión de la adolescencia.
En eso pensaba, cuando Marcus lo sacó de su ensimismamiento.
-Papá, ya estamos por aterrizar, ¿no escuchas?, debes ponerte el cinturón, le dijo su hijo.
Poco a poco bajaron y Marcus se adelantó para recibir las maletas.
De pronto, a lo lejos Martín vio la silueta de una mujer que le pareció conocida. ¿Alicia?
"No puede ser, Martín, estás loco y ves fantasmas", se dijo y le puso atención a Marcus que le hablaba de agarrar las maletas y luego un taxi.
Cuando pudo ver otra vez en la dirección en la que vio a la mujer, esta ya no estaba.
Mientras, por los alto parlantes una voz decía: "Pasajeros con destino Acapulco, favor acercarse a la puerta de abordaje".
GUERRERO
Martín y Marcus se encontraron con un ejecutivo de Pemex a la salida de aeropuerto y se hospedaron en un hotel en la Ciudad de México.
Pasaron todo el día descansando y al día siguiente, Martín tuvo una reunión, donde le dijeron que por un cambio de planes debían ir a Acapulco-Guerrero.
Aterrizaron en el aeropuerto de Acapulco, donde los esperaba El Diablo.
Apenas llegó de la reunión, Martín lo llamó por teléfono y le aviso que llegarían al día siguiente, en el primer vuelo.
-Hijo mío, le dijo su padrino, apenas salió por la puerta de embarque. Ambos se dieron un apretado abrazo y hasta soltaron lágrimas de emoción.
-25 años, padrino, y estás igualito, jajajajajaja. Se rio con esa sonrisa que conquistaba a todos.
Cuando se separaron, otra voz llamó la atención de Martín.
-Y yo? No me saludas?, dijo su tía Maruja, a quien abrazo y levantó en el aire y le dio varias vueltas.
-No has cambiado, mi tía querida, le decía bañándola de besos.
-Este es Marcus, mi hijo, dijo Martín, presentando al joven, quien también se reía, al ver la felicidad de su papá.
-Pero, es increíble, dijo Maruja,
Tienes razón, Diablo, son como dos gotas de agua, destacó, en relación el parecido de ambos.
De pronto, de la nada apareció una jovencita, de unos 24 años, que acababa de llegar.
-Disculpen el retraso, es que Moisés no se quedaba dormido, dijo la muchacha.
-Ella es Alicia, dijo Maruja, la luz de mis ojos.
Martín no daba crédito a lo que veía,
ERA ALICIA, RUBIA, DE OJOS AZULES, PERO ERA ELLA.
CONTINUARÁ
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La Ausencia
General FictionUna historia llena de intriga y amor que unió a Martín y Alicia para toda la vida