Secuestrados

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Alicia se veía en el fondo de una cueva oscura y húmeda y solo podía ver una pequeña luz, a lo alto, muy arriba. Cada vez que quería levantarse para alcanzarla, una fuerza que la aplastaba la obligaba quedarse pegada al piso de la cueva.

Trataba de gritar y la voz no le salía. Veía a sus hijos muertos y luego se levantaban, ya grandes y la señalaban con el dedo. "Nos abandonaste", le decían y la expresión en sus rostros era de odio.

   El shock que recibió Alicia al ver la ropa de sus bebés fue demasiado para ella. 

Al entrar a la habitación de Maruja y tener delante de sí estas prendas, más la joya MARLICIA, esto le provocó un desmayo y luego una descompensación que hizo necesario que Martín llamara a un médico.

-La impresión que recibió fue demasiado fuerte y por eso el delirio y la fiebre. Físicamente, está bien, solo que su cuerpo está somatizando esa impresión, explicó el doctor a Martín, Yaya y Maruja, quienes estaban sumamente preocupados, al ver a Alicia temblando, muy pálida, bañada en sudor y diciendo incoherencias.

Le administré un tranquilizante que la hará dormir y si al despertar persiste su alteración, y por lo que me dicen de sus antecedentes de depresión, deben consultar un especialista, recomendó el médico.

Martín estaba sumamente preocupado por Alicia, y también por sus hijos. Sí, para ese momento ya estaba convencido de que Marcus y la joven Alicia eran sus mellizos raptados 25 años atrás.

Mientras Alicia estaba dormida, Martín llamó a Julieta. Yaya le confirmó que Alicia puso la joya  en la ropita de los bebés y también confirmó esas prendas que estaban en la cama eran las que llevaban los mellizos la noche que se los llevaron.

Maruja le volvió a relatar con detalles cómo llegó Alicia a la puerta de su casa y lo extrañada que estaba con la facilidad con la que pudo adoptar a la bebita.

-¿Por qué nunca me dijiste nada de la ropa con que encontraron a Marcus?, preguntó Martín a Julieta.

-Nunca lo hice porque pensé que no era necesario. Quién me iba a decir que ocurriría esto?, dijo Julieta, un poco triste, porque Martín la recriminó.

-Si me hubieras mostrado la joya yo habría tenido una pista. Esa joya es única y obviamente me habría advertido lo que estaba pasando. He pasado 14 años con mi propio hijo, sin saberlo, le reclamó.

Julieta pidió perdón otra vez y colgó la llamada, no soportaba que Martín fuera tan duro con ella. No obstante, aceptó su culpa. Aunque no podía saber la magnitud de haberse guardado esa información, sí debió pensar en Marcus y en que algún día necesitaría saber de su origen.

Para compensar en algo su mal proceder, Julieta se propuso averiguar cómo llegó Marcus desde México a Alemania.

...

-Mis hijos, dónde están mis hijos, dijo Alicia, al despertar, tras varias horas de permanecer sedada. 

Estaba mareada y cuando pudo enfocar, Martín estaba a su lado, abrazándola. 

-¿Qué hago aquí? ¿Qué haces? Deberíamos estar buscando a nuestros hijos, dijo Alicia, aún un poco débil.

-Mi amor, cálmate, por favor. Tu segundo de abordo se está encargando. Los hombres del MP vivieron y les conté lo que te pasó. El vicefiscal está cargo, junto con el agente que te ha mantenido informada de todo lo que ha pasado con nuestros hijos, le explicó.

-¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Son nuestros hijos, no hay dudas. Marcus y Alicia están en manos de Sergio, lo sé, lo siento, respondió Alicia, presta a levantarse para ir a buscarlos.

La AusenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora