Dave Mustaine (+18)

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Para LIfe0nmmarrss:
Perdón si es muy largo💜

Acababa de entrar en un grupo de chicas que tocaban grunge. Llenaban cada lugar en el que tocaban y tuve que celebrarlo con mis amigos.

—Estoy muy orgulloso de ti—sonrió Kurt. El vocalista de Nirvana llevaba siendo mi mejor amigo desde el instituto, gracias a él conseguí la audición para el grupo. Krist, Dave, Stacy, mi mejor amiga, y mi novio que también se llamaba Dave, estaban allí.
—Ha sido gracias a ti—sonreí apoyándole la cabeza en el hombro.
—¿Y cuándo es el primer concierto?—preguntó Krist.
—La semana que viene. Estoy bastante nerviosa pero...tengo que hacerlo—suspiré dándome cuenta de lo mucho que me imponía el simple pensamiento.
—Lo harás bien—el rubio me rodeó con un brazo y sonreí—. Nuestro primero concierto no fue tan mal.
—Bueno...—rió Grohl—intenta no romper nada hasta el tercero o cuarto.
—¿Y tú? Estás muy callado—le hundí el dedo en las costillas a Dave, que estaba sentado a mi lado. Tenía los brazos cruzados y solo se alejó un poco. Me miró con cara de muy pocos amigos y agarró su caja de cigarros antes de desaparecer por la puerta que daba al jardín.
—¿Todo bien con él?—preguntó Kurt soltándome.
—No lo sé—me encogí de hombros, me había hecho sentir mal y ni siquiera entendía por qué.
—¿Quieres que nos vayamos?—Stacy me agarró la mano y la miré.
—No. Voy a hablar con él, por favor no se vayan, quiero estar con ustedes.
—Está bien, cariño—me abrazó—. Todo va a estar bien, seguro que no es nada.

Suspiré levantándome y fui al jardín.

—¿Me puedes explicar qué acaba de ser eso?
—¿El qué?—seguía cruzado de brazos con un cigarrillo entre los dedos y la espalda contra la pared de madera de la casa.
—Esa forma de irte—cerré la puerta para que no se escuchara tanto dentro.
—Sentía que sobraba—se encogió de hombros.
—Amor, tú nunca...—intenté acercarme para abrazarlo y se alejó.
—Me voy a casa—apagó el cigarrillo y volvió a entrar.
—Pero...—lo miré con los ojos cristalizados—Amor...

Desapareció dentro de la casa y luego escuché un portazo. Me senté en el césped sin poder evitar que se me escaparan las lágrimas.

—Abi, ¿estás bien?—salió Krist primero y al verme allí, se sentó de frente.
—¡Abi!—Kurt me abrazó y yo solo hundí la cara en su cuello sin parar de llorar.
—¿Qué te ha hecho ese tipo?—escuché que Grohl hablaba con rabia.
—Solo...dijo que sentía que sobraba y cuando le fui a dar un abrazo, me lo rechazó.

Siempre tuve bastantes problemas con el afecto. Mis padres estaban ocupados todo el rato y me acostumbré a jugar sola, nunca me abrazaban o daban besos y jamás me leyeron un cuento antes de dormir. Así que aunque parezca una tontería, aquel gesto me había hecho mucho daño. Y lo peor era que él sabía de esos problemas.

—Tranquila—el rubio me sobaba la espalda intentando calmarme—. Estamos contigo, no lo necesitas.
—No quiero que me deje—sollocé.
—Escucha, ¿y si vamos a comer algo a esa pizzería que tanto te gusta? Sería una buena manera de distraerte—propuso mi amiga.
—¿Te apetece?—Kurt se alejó un poco para mirarme y asentí secándome las mejillas.

El resto de la noche transcurrió con normalidad. Durante los días siguientes no fue a verme ni me llamó, así que yo hice lo mismo ya que no tenía la culpa y él debía ser quien se disculpara.

—¿Lo tienes, Krist?—estaba en el estudio con los chicos, no parecían querer dejarme sola y yo lo agradecía enormemente.
—Sí.

De repente, mi teléfono sonó y me alejé para no molestarlos.

—Hola—escuché su voz y fruncí los labios.
—¿Qué tal?
—Bien...oye, me comporté mal ayer, estoy por fuera de tu casa...¿vamos a tomar algo?
—Estoy con Nirvana en el estudio, ¿podríamos...—un pitido me interrumpió y miré la pequeña pantalla. ¿En serio me había colgado? Pues sí. Suspiré intentando no darle la importancia que no se merecía y volví como si no hubiese pasado nada.

Estuvo otros dos o tres días sin dar señales hasta que una tarde en la que estaba sola en casa, sonó el timbre. Cuando abrí la puerta, levantó la cabeza y su cabello se agitó.

—¿Qué quieres?—me crucé de brazos sintiendo más rabia que amor hacia él en aquel momento.
—¿Me dejas pasar?
—No.
—¿Hay alguien contigo?—se cruzó de brazos y me apoyé en el marco de la puerta.
—¿Y qué si lo hay? No parece importarte demasiado.
—¿Lo hay o no?—bufó—¡Dímelo ya, están juntos!
—¿Qué dices?
—¡Kurt y tú, no creas que no me he dado cuenta!
—Pero...Dave—reí levemente por lo tonto que estaba siendo—...entra, vamos. ¿Ves a alguien aquí?
—No...—bajó la cabeza avergonzado y agarré su muñeca para que me siguiera a mi habitación.
—Explícame, por favor, ¿qué pasa?

Se sentó en el borde de mi cama y me miró con los ojos llenos de lágrimas.

—Soy estúpido, ¿verdad?
—Llevas varios días siéndolo, sí—dije intentando mantenerme fría.
—Creo que debí decírtelo en vez de aislarme pero...sabes que es mi manera de lidiar con las cosas y además tampoco sabía qué hacer porque es tu amigo y...—habló muy deprisa.
—Tranquilo—lo interrumpí acercándome y me abrazó, apoyando la cabeza en mi estómago—, ¿qué es lo que pasa?
—Siento que has estado más tiempo con los chicos de Nirvana que conmigo, y no me gusta verte tan cercana a Kurt. Creo que puede llegar a gustarte más que yo.
—Pero, amor—hice que me mirara—. Tú eres a quien quiero, Kurt es como mi hermano, nunca podría verlo igual que a ti. Además, creo que Stacy y él sí que tienen algo—le di un beso en la frente—. Nunca te cambiaría por nadie, estúpido.
—Lo siento.
—No pasa nada. Pero, por favor, cuando pasen cosas así, solo dímelo. Y no desaparezcas de repente—me senté sobre sus piernas—. Yo soy tuya.
—Dilo otra vez, suena bien—sonrió y acaricié su melena pelirroja.
—Soy tu chica, y de nadie más—dije despacio mirándolo a los ojos y me besó, echándose para atrás hasta que quedé acostada sobre él.
—Solo mía—asintió dándonos la vuelta para quedar él arriba.
—De nadie más—cerré mis piernas alrededor de su cintura.
—¿Me lo prometes?—besó mi cuello.
—Sí—jadeé. Dios...aquello era El Cielo.
—Tienes que hacerme caso entonces—sonrió y le quité la camiseta para poder empezar a tocar su torso—. ¿Lo harás?—agarró mis barbilla y asentí—Buena chica—me dio un beso y al separarse, mordió mi labio inferior. Tras una larga tortura, acabamos en ropa interior. Se estaba vengando. Intenté terminar de desnudarlo pero me agarró la muñecas, poniéndolas sobre mi cabeza, donde las agarraba con una sola mano. La otra la utilizó para recorrer mi cuerpo sin dejar de besarme hasta llegar a mi zona baja, donde la tela que la cubría se encontraba totalmente mojada. Al sentir sus dedos sobre ella, me estremecí y sonrió—. Esto es divertido.
—Me pienso vengar—gemí mientras empezaba a moverse sobre la tela.
—Solo si yo lo permito—sonrió mientras bajaba la prenda hasta sacarla y tirarla al suelo—. ¿Estás así, por mí, nena?—empezó a hacer eso que me hacía agradecerle al universo el estar saliendo con un guitarrista.
—Sí—gemí arqueando la espalda.
—No te oigo—aceleró y sentí que llegaría más rápido que nunca.
—¡Sí!—cerré los ojos pero de repente paró.
—Mírame—ordenó y obedecí, volvió a acelerar hasta que consiguió llevarme al punto más alto. Y lo hizo sin dejarme apartar mis ojos de los suyos. Cuando me relajé, me abrazó y yo hundí la cara en su cuello aún faltándome el aire.
—Quiero más—susurré.
—¿Qué quieres, amor?—me dio un beso corto.
—Esto—colé la mano en su ropa interior y jadeó.
—Está bien—sonrió dejándome sacar aquella prenda tan molesta. Se puso sobre mí empezando a besarme esta vez de una manera más tierna, bajando a mis pechos y volviendo a subir, acariciando mis piernas...
—¿Me puedo vengar?—hice un pucherito y rió.
—Me lo pensaré. Depende de si eres buena o no—se colocó en mi entrada y pudo deslizarse muy facilmente hacia dentro. Yo cerré las piernas a su alrededor y empezó a moverse muy despacio—. ¿Así, bien, nena?—besó mi mejilla y asentí acariciando su cabello.
—Más—gemí y obedeció.

Su cabello naranja se movía con sus movimientos, era irresistible. Se acostó detrás de mí y me abrazó moviéndose cada vez con mas intensidad hasta que pude sentir su cadera chocar con la mía. Pude notar que le quedaba tan poco como a mí cuando volvió a ponerse encima. Entonces sentí que se me tensaba todo el cuerpo, igual que a él. Nos quedamos inmóviles durante un par de segundos mientras yo le clavaba las uñas en el brazo. Cuando nos relajamos, salió de mí para acostarse a mi lado, tirar de la manta que tenía doblada por los pies de la cama y abrazarme, cubriéndonos a ambos.

—Te amo—lo miré.
—Y yo a ti, Abi. Pero sabes que quiero atención siempre—rió.
—Bueno, esto es buena forma de reclamarla—lo besé.

Rock One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora