Jess está en casa con su mascota como única compañía, Keith lleva tres meses en una gira que ahora parece alargarse pero...con un Stone, nunca se sabe.
Estaba en casa, la comida estaba hecha, todo limpio y ordenado... así que me dedicaba a ver la televisión con Daisy en mi regazo. La gata de ojos amarillos y pelaje grisáceo sedoso ronroneaba mientras mis dedos paseaban por encima de su cabeza. De repente, sonó el teléfono que tenía a mi derecha y respondí parando las caricias al animal, a lo que ella reaccionó levantándose para echarse a mi lado.—¿Diga?
—Hola, nena—escuché su voz y sonreí.
—¡Keith! ¿Cuándo vas a volver?
—Verás, Jess...por eso te llamaba—suspiró—. Vamos a alargar la gira un poco más así que tendré que quedarme un par de semanas.
—Pero han pasado tres meses—dije disgustada—. Te echo mucho de menos.
—Y yo a ti, preciosa. ¿Cómo va todo?
—Bien, igual que siempre—me encogí de hombros.
—¿Estás enfadada?
—No...—fruncí los labios—Supongo que es lo que hay.
—Pronto estaré de vuelta, yo también tengo ganas de verte.Sonreí.
—¿Qué tal te está yendo en Estados Unidos?
—Bien, la verdad es que hemos tenido una gran acogida—dijo orgulloso—. Las chicas nos adoran.
—Pero tú eres mío así que...mala suerte—reí haciéndolo imitarme.
—Tuyo y de nadie más—asintió—. Escucha, tengo que colgar, amor.
—Bueno, llámame de nuevo cuando puedas—suspiré.
—Te amo.
—Y yo.—sonreí antes de colgar.Miré a la gata que me observaba moviendo la cola como si esta tuviese vida propia.
—Vamos a estar solas un par de semanas más, Daisy—la rasqué un poco detrás de la oreja haciéndola ronronear de nuevo.
Escuché el timbre y me levanté para abrir la puerta, ella dio un salto haciendo sonar su cascabel con cada movimiento para seguirme.
—Hola, preciosa.
—¡Keith!—me lancé a abrazarlo con todas mis fuerzas, como si se fuese a ir—¿Qué haces aquí?Soltó las maletas para cerrar sus brazos alrededor de mi cintura.
—Te he engañado—rió—. Llamé desde la cabina que hay a un par de manzanas.
Lo miré con mis manos sobre sus mejillas.
—Si no te hubiera echado tanto de menos, ahora mismo estaría enfadada—avisé antes de hundir mis labios en los suyos y volver a estrujarlo—. Has vuelto—sonreí casi sin creérmelo.
—Estoy aquí y no pienso irme hasta dentro de bastante tiempo—besó mi frente.
—Pasa—tomé su mano metiéndolo en casa ayudándolo con parte de su equipaje.
—¡Daisy!—rió a carcajadas cuando la gata saltó enganchándose a su camisa de botones y él la tomó entre sus brazos como si fuera un bebé, rascándole la barriga.
—No soy la única que te ha extrañado—sonreí.Se sentó en el sillón mientras el animal se negaba a dejarlo.
—¿Qué tal el viaje?—puse una taza de té en la mesa delante de él.
—Largo—suspiró cansado mientras se quitaba la corbata.
—Te han puesto guapo para volver—reí acariciando su mejilla.
—Sí, la imagen de chicos malos es solo en los escenarios, sabes lo bueno que soy—me miró divertido.
—Ya, claro. Lo bueno que eres—asentí sarcásticamente.
—Cállate, adoras que sea así—rió.
—Bueno...—me encogí de hombros.
—¿Cómo que bueno?—dejó la taza en el plato antes de gatear sobre mí, colocándose entre mis piernas para besarme.
—No es que me guste, solo...me he acostumbrado—me encogí de hombros intentando aguantar la risa.
—¿Cómo qué...? ¡Ahora verás!—me cargó sujetándome por el trasero y empezó a subir hacia la habitación.
—¿Qué haces?—le pregunté inocentemente.
—Recordarte lo que es estar con un Stone, preciosa.El siguiente es Izzy Stradlin, ¿a quién más quieren ver?