Lo que sucede en París, no siempre se queda en París

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Para resumir los últimos días, Anna había tenido que soportar el atrevido y restregador noviazgo entre Steve y Violette: besándose por el comedor, acurrucandose en la biblioteca para leer juntos, haciendo ruidos extraños desde las alcobas.

Era insoportable para ella, no era de las personas que les gustaba acurrucarse. Y recientemente, se había decidido a encontrar todo lo malo en Steve: en primera, era su mejor amigo. Pero por más que lo pensaba, se daba cuenta que destestaba Violette a cierto modo, paseándose como la coqueta novia.

Descubrió que Steve no era compatible con ella, porque era menos pasional y misterioso.

Solo Raziel podía ser testigo de todo lo malo que hizo en su vida, porque básicamente el destino planeaba arrojar su maldita paciencia al Tamesis.

Lauren Lovelace, se encontraba en el instituto de Londres.

Evelyn le dio una bienvenida cortés y gélida, también la invitó a quedarse unos días. Lauren aceptó y ahora estaba a su derecha, en el comedor, a su izquierda estaban los empalagosos novios.

Anna fingía que no estaban ahí, se concentro más en los pastelillos de limón de Bridget.

Lauren le contó a Evelyn sobre su prometida, dijo que su compromiso se rompió y se encontraba sola. Una discreta indirecta para Anna. También mencionó que Sebastian Verlac fue a Idris, lo que resultó la noticia más inquietante.

Si Lauren aún no se había dado cuenta que en realidad Sebastian era Jonathan Morgenstern, debía estar bajo un hechizo poderoso. Lo que implicaba que Valentine tenía la ayuda de un brujo.

Anna quería ir hasta Idris para patearle personalmente el trasero a Jonathan, pero se interponía otro asunto difícil: Jace estaba en Alacante y si se encontraba con él, tendría que contarle sobre la familia. Magnus le sugirió que hablara con él de eso, pero ¿que podría decirle? ¿que su padre jamás amó a su madre?

Esa no era una historia para un hermano.

Todo esto la estresaba, sentía el poder dentro de ella acomulandoce. Su silla chirrio al levantarse.

—Los veré para la cena. 

Necesitaba salir y arreglar sus asuntos.

—Quiza podrías mostrarle Londres a la joven Lovelace —sugirió Evelyn.

—Quiza no —dijo ella.

Se fue a la biblioteca para tomar una decisión, iría a ver a su hermano.
Aunque Anna sabía sobre Jace desde muy poco tiempo, Jace apenas lo entendía, era el último Herondale, el hermano que siempre creyó muerto.

—Siempre te gusto estar rodeada de libros —dijo Lauren, ingresando al salón.

—Usualmente no mienten —pretendió hojear uno de ellos.

—Luces muy bonita hoy —dijo ella —, eso no es una mentira.

Anna cerro abruptamente el libro, —¿Que pretendes? —preguntó.

—Solo fue un cumplido....

—No quiero cumplidos tuyos.

—La última vez yo me equivoqué —Lauren se acercó unos pasos —, debí escogerte a ti.

Anna no pudo evitar reír, la situación era irónica, Lauren aceptaba que cometió un error.

—Anna, desde que te ví en París... Yo no puedo dejar de pensar en ti, pensar en lo que pudimos...

—¡Para ya! —le gritó Anna—. No quiero nada de ti, lo deje claro la última vez.

—Rompi mi compromiso, por ti —se quejó Lauren.

—No — dijo Anna conteniendo la discordia en su voz—. Rompiste tu compromiso porque eres incapaz de mantener tus relaciones.

Ella no podía tolerar estar en el mismo ambiente que Lauren.

—Ya superalo —dijo—. No siento nada por ti.

Lauren no le dijo nada más, sus palabras fueron claras. Anna la empujó con su hombro al pasar.

Prefería lanzarse a las llamas de la hermandad con Jace y descubrir lo que el demente de Jonathan planeaba hacer en Alacante.


𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora