Anna es hija de Celine Montclaire y Stephen Herondale, después del levantamiento del círculo y la muerte de sus padres, la Clave descubre que Anna es parte cazadora de sombras y parte bruja. La inquisidora Herondale realiza un trato para que su niet...
Anna se quedó con su madre aquel día, su padre no estaría, ya que mencionó antes, estaría ocupado en una misión.
Stephen no tenia confianza a Valentine, no solo porque siempre hubo algo extraño en la forma en que actuaba cuándo se refería a lo que paso con Lucian y su nuevo cambio. Valentine juntó a todos los miembros del circulo, cada tanto rato secreteaba algo con Hodge. Maryse y Robert Lightwoood no se veían tan convencidos con el plan.
En unas horas, el ambiente había cambiado; el objetivo principal era conseguir la copa mortal. Valentine ordenó explicitamente que se consiguiera a cualquier costo. Stephen tuvo que pelear contra su propia gente, en sus ojos se alzaba la más horrible de las imágenes, algo que sabía que jamás podría olvidar en toda la vida, sobre lo que había hecho.
Entonces, en un punto se vió rodeado por vampiros, varios de ellos, quizá una docena. Todos se arrojaron hacia él, comenzaron a atacarlo. Stephen se aferró a su espada, esquivaba y después apuntaba con el filo. Se sentía exhausto, no iba a permitir el rendirse.
Vió a Valentine pasearse fuera del acechó de los vampiros, Stephen pensó que vendría ayudarlo, que irían por la copa mortal juntos.
Pero pronto Stephen Herondale comprendió la traición, cuándo su compañero le dio la espalda y se fue.
Celine y su hija se encontraban en casa cuando un extraño irrumpió. Anna vió al principio a su madre pelear y forcejear. El hombre del cabello de cenizas dijo que su padre no volvería y con eso dejó inconsciente a su madre, luego se acercó a ella infringiendo temor. Anna se preguntaba sí así eran los verdaderos demonios. Su instinto le hizo correr, pero apenas llegó a la puerta el sujeto la atrapó, ella intentó safarse cuando sintió un golpe en la cabeza, lo ultimo que vió fue simple oscuridad.
Despertó atada en una silla, no tenia zapatos y tampoco sabía dónde estaba, intentó desatarse pero no podía, miró hacia la ventana y era de noche. Un hombre no tardó en entrar por la puerta. Era él, el demonio, y a su lado estaba otro que sostenía a un bebe en brazos, este lloriqueaba y estaba rojizo del rostro.
—¿No podemos entregarla simplemente a la clave? —dijo el hombre que sostenía al recién nacido.
—La niña vale mas que tú, Starweather —dijo el demonio.
—¿Y que hay del niño?
—Yo me ocuparé de él—se acercó a Anna, le hizo un fino corte en su mejilla. —Y a ella la llevaremos a ver a su madre, ¿No deseas ver a tú querida mamá? —le sonrió.
La niña pequeña asintió, quería más eso en el mundo.
—No creo que sea buena idea Valentine, ella es solo una niña...
—Quiero que conozca el dolor, podría aprender de el —dijo el demonio.
Valentine le desató las manos y limpió la sangre en su mejilla, al hacerlo esta cicatrizó sin ninguna runa.
—Eres muy especial, niñita —dijo él—. Tú portas la sangre de Lilith en tus venas, y quizá algún día seas la heredera de Edom. Hasta entonces, no me sirves.
La tomó violentamente de la nuca, Anna no sabía pelear, solo vió utilizar a su padre el cuchillo. Pero su padre no vendría a salvarla, el demonio mencionó que no volvería. Caminaron en medio del bosque, sus pies sentían el ardor gélido de la nieve, las ramitas y astillas. Pronto la nieve dejó de ser blanca, estaba manchada de rojo, sus pies siguieron el camino de la sangre.
Con sus propios ojos, pudo ver la muerte.
Sabía que era la muerte porqué era atroz. Un lobo se alejó en su llegada ante los restos, su madre tenia el vientre despedazado, su piel lucía muy palida, sus ojos quedaron pactados por horror.
Anna se dejo caer, al momento en que lo hizo: una magia, muy oscura brotó.
Se escapó de su cuerpo para derribar todo a su alrededor, los arboles temblaron y cayeron. El demonio fue arrojado por el poder.
Se arrojó a llorar sobre el cuerpo de su madre. ella no sentía frió o dolor. No comprendía lo que estaba sucediendo, pudo haber sucedido todo en un instante, un momento. El tiempo era irrelevante, así como su mundo.
Y entonces, una mano gentil se posó en su hombro, se sentía como la mano de un ángel. Quería transmitirle apoyo, pero no se giró, continúo viendo los restos de su madre y hermano.
Fue el momento en que todo se sintió pesado, el aire en sus pulmones, la sangre en sus venas, los copos de nieve que se pegaban a sus lagrimas.
Cuando se dio la vuelta, quizá vió a el ángel mas extraño en el mundo, su boca estaba sellada por costuras de hilo viejo, pero dentro de esa ropa de pergamino, había algo mucho más humano.
—No tienes porque preocuparte, yo siempre voy a protegerte —le dijo el hermano silencioso.
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