El amargo recuerdo.

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La mayoría de la biblioteca estaba cubierta de polvo, había un piano al fondo cerca del ventanal.

Algunos libros tenían polvo y otros no, tal vez desde hace mucho nadie había entrado ahí.

— Todo el tiempo estoy aquí, no está tan sola como crees!— dijo Sebastián.
— Está es la sección de autores Mundanos!— señaló a él estante enfrente del piano.

— Cual es tu favorito?— preguntó ella.

— Edgar Allan Poé, Shakespeare, Oscar Wilde.—

— Poesía!— indicó Anna.
Sebastián solo asintió.

— Necesito hablar contigo!— era Lauren quien había entrado. — Sebastián ¿Puedes dejarnos solas?—

Sebastián solo salió sin decir nada, Lauren cerro las puertas de la biblioteca.

— Por fin vas a dirigirle la palabra a tu siempre mejor amiga?— preguntó Anna. — Por que has estado mintiendo sobre mi?— reclamó.

— No deberías estar aquí!— fue lo único que respondió Lauren.

— ¿Acaso te avergüenza hablar de lo nuestro? Recorrí todo el mundo solo para encontrate, incluso... Creí que estabas muerta.—

— No te pedí que me buscaras!— dijo Lauren en tono frió.

Anna sintió sus palabras como una bofetada.

— Por que te fuiste así? Sin despedirte ¿Por que me dejaste?— preguntó Anna, parecía más cómo si rogara por una respuesta.

— No lo entenderias.—

— Entonces explicame...—

— No puedo!— las lágrimas se resbalaban sobre sus mejillas de Lauren.

Anna se acercó a ella, sosteniendo sus manos.

— Estoy saliendo con Susan!— dijo Lauren alejándose de Anna.

— Que?— preguntó Anna aturdida.

— Llevamos juntas dos años. Y realmente la quiero.—

Anna sintió eso como una apuñalada en su espalda.

— Que paso con lo de Anoche?— preguntó

— Eso no fue... nada!—

Anna sintió como sus pies comenzaron a debilitarse.

— Llevo buscandote por tres años.— logró gesticular Anna.

— Te pedí que no me buscaras—
Respondió amargamente.

— Por que? Tu me trajiste hasta aquí, tus pistas me trajeron hasta aquí.—

— Eso fue hace años, tardaste tres años en encontrarme y todas las pistas fueron de un mes después de dejarte.—

— Por que te fuiste?— insistió Anna.

— Por que tu me necesitabas todo el tiempo y yo necesitaba espacio, necesitaba espacio para saber si realmente te amaba, todo era tan nuevo para mi, solo éramos unas niñas Anna.—

Sintió como las lágrimas se acumulaban en los ojos.

— Te entregué todo mi corazón, todo mi amor, la mayor parte de mi alma, arriesgue mi vida por años, solo por ti. —

— Tal vez nos comprometamos yo y Susan.— de nuevo otra apuñalada en el pecho de Anna.

— Solo tienes 17 años.—

— Y tu somo tenias 14 y sabias que me amabas.—

— Era diferente!— las palmas de las manos le dolían, al igual que los nudillos, había estado apetandolos con fuerza.

Lauren estaba llorando.
— Alguna vez me amaste?— preguntó Anna.

— Si lo hice!—

— La amas a ella de la misma forma en la que me amaste a mi?—

— Si, la amo mucho.— respondió Lauren.

Había estado conteniendo las lágrimas todo el tiempo.

— Jamás vuelvas a buscarme en tu miserable vida!— dijo Anna amargamente. — Jamás voy a perdonarte esto Lauren Lovelace.—

— Lo siento!— susurro Lauren con lagrimas cayendo de sus ojos como lagos.

Fue hasta la habitación que le había dado, tomó su cinturón y su chaqueta de cuero y se los puso. Salió lo más rápido que pudo sin despedirse.

Las lágrimas seguían y seguían acumulándose pero todavía no se permitió dejarlas salir.

Corrió, corrió lo más rápido que pudo, aunque sus pies dolían, aún que su corazón y su alma dolían. Y no se detuvo hasta que sus pulmones estuviesen a punto de explotar por falta de aire.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora