A la luz de la luna.

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Susan se aclaró la garganta interrumpiendo el momento entre Anna y Lauren.

Ambas se giraron a verla. Fue como si Lauren volviese a la realidad. Se separó de Anna y fue hacía su compañera.

— Puedes llegar hasta el instituto?— preguntó Lauren a Susan. Esta negó y se levantó con ayuda de Lauren.

— Me ayudas?— le preguntó a Anna sosteniendo a su compañera Susan.

Caminaron unas cuantas calles sosteniendo a Susan hasta llegar al instituto.

Una mujer de cabello castaño les abrió las puertas.

— Estaba preocupada por ustedes!— dijo esta ayudando a Susan. Tenía una enorme herida sobre la pantorilla.

Otro chico de cabello castaño se acercó. Parecía frágil, era delgado.

Anna y Lauren dejaron a Susan sobre el sofá. Todos intentaron ayudar a Susan. Anna se separó dejando a los demás preocuparse.

— Élodie, Sebastián.— Lauren los llamo. — Ella es Anna Herondale!. Anna ella es Élodie Verlac la directora de este instituto y su sobrino Sebastián.— Ambos se giraron para admirar a la increíble y conocida Anna Herondale. Sin duda era muy conocida entre todo el Submundo.

Después volvieron toda su atención a Susan.

Anna sintió que no podía ayudar ahí, así que salió de la habitación y comenzó a caminar explorando el instituto. Parecía que todo estaba decorado como en la época victoriana. Todo tan antiguo y elegante de cierta forma.

Se escucharon gritos de dolor desde la habitación donde se encontraban todos. Eran de Susan.
Debieron haber enfrentado una orda más grande de demonios Shax para que Susan tuviese una herida como esa.

Después de un rato salió Élodie. Admiro a Anna con asombro.

— Así que tu eres la asombrosa Anna Herondale?— preguntó Élodie emocionada.

— Al parecer si!— contestó Anna.

— Ven, te llevaré a una habitación.— comenzo a guíar a Anna entre los pasillos. Hasta llegar a una al final del pasillo. — Está es la de Lauren!— dijo Élodie, señalando una puerta con un dibujo tallado a mano sobre la puerta de madera, era el símbolo de la Familia Lovelace.

— Si necesitas algo, puedes avisarme.— Élodie la dejo a unas dos puertas de la habitación de Lauren.

— Gracias!— contestó Anna.

— Es un placer!— le dio una sonrisa y luego se fue.

La habitación seguía teniendo el mismo estilo que el interior de todo el instituto. Una cama de terciopelo morado le hizo pensar en Magnus.

Dejo caer su cinturón y se lanzó a la cama. Cerro los ojos por un momento.

Para cuando los abrió, la lluvia golpeaba contra la ventana. Abrió su puerta y el pasillo se encontraba completamente oscuro solo dejando entrar la leve luz de la luna por los rincones de las ventanas.

Se deslizó sigilosamente a la habitación de Lauren. La luz de la luna que se colaba por la ventana iluminaba su rostro. Estaba durmiendo, había extrañado admirar su rostro mientras dormía.

Lauren abrió sus ojos y en un rápido movimiento tomo una daga que estaba sobre la mesita de noche.

Anna se avalanzo sobre ella, besandola, despojandola de su daga.
Lauren le respondió el beso apretando a Anna más a ella.

El beso se volvió más salvaje y más intenso. Lauren comenzo a sentir la piel de la espalda de Anna, debajo de su blusa. Se sentía cálida y suave, como siempre lo había hecho.
Y de un tirón se deshizo de aquella blusa.

— Te eche de menos!— le susurro Anna contra su oído. De un rápido movimiento término quedando Lauren sobre ella y se deshizo ahora de su camiseta.

Aquella noche volvieron a revivir el pasado, volvieron a revivir recuerdos sobre caricias y besos a la luz de la luna. Y Anna sintió que cada obstáculo que tuvo que pasar para encontrarla había válido la pena.


[...]

Los rayos del sol la despertaron, las sábanas de terciopelo rojo cubrían su cuerpo desnudo. Por la habitación no había ninguna señal de Lauren. Se metió a la pequeña habitación de baño, todo parecía oler a pétalos de rosas como la piel de Lauren. Tomo una rápida ducha y tomó algo de ropa de ella. Unos Jeans y una blusa de tirantes escarlata que dejaba ver las marcas de runas anteriores.

Comenzó a explora de nuevo hasta llegar a él comedor.
Ahí estaban todos desayunando. Lauren y Susan estaba en una conversación y todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirar a Anna. Esta se sintió incómoda.

— Buenos días!— dijo ella.
Sebastián la miro de un modo extraño, como si fuera un unicornio, maravillado pero a la vez extrañado.

La mayor parte del desayuno Susan parecía mirarla extraño. Tal vez estaba celosa por la atención que estaba recibiendo Anna, fue lo que pensó.

— Has venido por una misión?— preguntó Sebastián. Era la primera vez que le dirigía la palabra.

— Algo así!!!— contestó ella.

— Me alegra que estés aquí, el instituto no ha tenido visitas desde hace tiempo y menos una tan importante como tú!— dijo Élodie.

— Gracias por su recibimiento!— dijo amablemente.

Lauren parecía verse nerviosa. No había mirado a Anna en ningún momento,  parecía estar desviando su mirada. Estaba sentada entre Élodie y Susan.
¿Acaso estaba avergonzada por lo de Anoche? Se preguntó Anna. En todo el resto del desayuno Lauren jamás miro a Anna.

Después Anna ayudó a Sebastián con los platos sucios.

— Mi tía está muy emocionada por tu presencia.— dijo Sebastián en tono alegre.

— Me alegra estar aquí!— logró responder ella.

— Cuando recién llegó Lauren, no dejaba de contar asombrosas historias sobre ti, su mejor amiga.—

— Así que ella solo dijo que era su mejor amiga?— preguntó confundida Anna.

¿Acaso a Lauren le avergonzada hablar sobre su romance?. Eso hizo afligir a Anna. Volver a ver a Lauren no estaba saliendo como lo había planeado. Se habia vuelto cortante, de hecho todavía no le dirigía la palabra.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora