Portales a Idris.

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- Y así llegué a la conclusión de que no puedes caerte y golpearte el cuello causando un moretón.- dijo Jace.

- Ya basta Jace!- lo regaño Alec.

- No crees que es raro, Anna?- le pregunto Jace.

Magnus saco una carcajada mientras seguía conjurando el portal.

- Uhum! Sí que es raro!- respondió ella. Intentaba esconder la sonrisa que se enmarcaba en sus labios

- El portal está listo!- dijo Magnus.

Anna llevaba su cinturón de armas atado a la cintura, la espada reposaba sobre una funda que la dejaba colgando del cinturón sobre su pierna izquierda. Sintió apretarle un poco el lazo sobre su muslo que debajo de su vestido celeste, albergaba dos dagas, era como un pequeño cinturón delgado que se amaraba sobre su muslo derecho para que las dagas se mantuvieran en su lugar en caso de necesitarlas. También podría guardar su estela ahí, pero no quería que todos la vieran levantarse el vestido y dejar su muslo al descubierto frente a todos, sostuvo su estela sobre su mano.

Steve también tenía su cinturón de armas donde albergaba dos cuchillos serafin. Anna recordó que no le había presentado Steve a Magnus, pero ahora no podía, tenía que hablar con La Inquisidora. Era el único familiar de sangre que ella tenía, el apellido Herondale solo lo portaban ellas dos.

- La última vez que abrí un portal para ti, te fuiste y no volviste hasta ocho años después.- dijo Magnus, en su voz se escuchaba una línea de melancolía.

- Oye!- dijo Anna, suavemente, se acercó para acunar el rostro de Magnus. - Está vez no te vas a librar de mí tan fácilmente! No voy a abandonarte.-

Todos estaban mirando, solo estaban Alec, Jace y Steve. Alec estaba mirando a Anna y Magnus, sus ojos mantenían una mirada extraña. Steve lo miro ¿Era Enojó? ¿Tal vez eran celos? ¿De Anna hacía Magnus?
Steve también comenzó a sentir celos y debilidad, por qué anhelaba que Anna lo tocará a él de esa forma, tan íntima y profunda personalmente.

- Bien, entonces te esperaré!- dijo Magnus, tomado las manos de Anna. - Suerte!- le dijo mientas acercaba las manos de Anna, las junto y dejó un beso en ellas. Escucho a Jace aclararce la garganta. Anna se giró para mirar a Steve y este se acercó a ella. Magnus le estaba sonriendo. Ella tomó a Steve de la muñeca y se adentro dentro del portal. Sintió como la Magia recorria sus cuerpos, como si lograse atravesar su alma y para cuándo abrieron los ojos ante ellos se alzaba Idris, con grandes torres y un cielo azul puro, iluminando todo. Las nubes blancas se dispersaban a través del cielo. Idris parecía como un lugar que solo se describía en libros y cuentos, pero no podrías describir con palabras la increíble grandeza y la mágica magnitud de lo que era Idris.

Anna sintió su corazón entumecido, estaría a unos cuantos minutos de hablar con su abuela, la misma mujer que la había llevado al juicio cuando apenas tenía casi cinco años, era como si recordara con exactitud todos los recuerdos un poco antes del levantamiento y todo después de eso, la muerte de su padre y madre, Valentine cuando se la llevó. Vio en su mente el cuerpo de su madre despedazado sobre la nieve, esas memorias estarían incrustadas en su mente. Sus rodillas se debilitaron y sintió un tirón como si la jalaran hacia el suelo. Steve vio el rostro de Anna terror, parecía desvanecerse como si estuviera a punto de caer se acercó a ella y la sostuvo, se desplomó sobre los brazos de él. Tal vez si no la hubiera tomado ella se hubiese desplomado sobre el suelo.

- Anna, ¿Estás bien?- pregunto Steve, se agachó con Anna a su lado. El aroma de ella lo golpeó, su nariz se inundaba con el aroma a chocolate

- ¿Tienes recuerdos de cuando eras niño?- le pregunto ella, su voz se escuchaba ronca como si pudiese quebrarse.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora