Secretos de Reuniones.

265 18 0
                                    

Él no le había vuelto a hablar de la misma forma desde París. Después de que Tessa les hiciera un portal y volvieron al Instituto ni si quiera la había visto a los ojos. Pero al día siguiente ella tenía más asuntos importantes que atender, que la tormenta entre Steve y ella.

La mejor parte de todo Londres siempre eran las alturas, desde cualquier perímetro. Lo que mostraba a tus ojos era la ciudad completamente resplandeciente, sobre todo si era de noche. Pero aunque la vista fuera más que espectacular desde la altura del edificio, no la distrajo de su objetivo.

El chico de cabello negro tropezó con el empujón que le había dado.

— Está es la cosa.— dijo ella puliendose las uñas. — No me quieres como tú enemiga, Roy.— levantó la vista hacía el vampiro.

— ¿Por qué te mentiría?— replicó el chico.

— Oh, esa es una fantástica pregunta.— volvió su mirada más resplandeciente y filosa. — ¿Por qué lo harías?—

— No estaba ahí. Lo juró.— rogó Roy.

Anna ya tenía en la mano su daga, se movió con agilidad y posicionó la daga contra el pecho del vampiro.

— Mientes.— afirmó ella. — Y no me gusta que me mientan.— apretó más la daga contra el pecho del chico. — Por que te ví con mis propios ojos. ¿Qué crees que planeé hacerte la Clave si se enterará?— sus ojos cafés brillaron más por la amenaza. — Sabes, ellos tienen métodos de tortura realmente ingeniosos. Creo que podría darles algunas sugerencias de que hacer contigo...

El chico vampiro tenía la cara más pálida que de costumbre. — Creo que puedo ser muy creativa si me lo propongo.— continuó ella. El chico estaba temblando. Apenas llevaba unos meses como vampiro. Ella desvaino una espada corta y la posicionó cerca de la garganta del chico vampiro.  — Sabes quién soy y por lo que vine, así que no me hagas perder el tiempo.— acerco el cuchillo un centímetro más a su garganta.

— No hice nada malo, lo prometo.— dijo el chico sollozando.

— ¿Quien soy?— pregunto ella. La piel del vampiro comenzaba a arder por sentir el adamas cerca de su garganta.

— Una cazadora de sombras, todos saben de ti, Anna.— dijo el chico, su garganta se movió al pasar las palabras.

— Exacto.— ella estaba acercando otro centímetro su cuchillo. — Soy la maldita Anna Herondale. Así que si no quieres acabar el resto de tu vida inmortal... Aunque yo lo consideraría un honor darte una muerte por mi mano. No creo que quieras terminar tu fabulosa vida inmortal que tienes por delante...

— No sabía que estaban planeando, lo juró...—

— No, no lo sabías. Pero ahora sabes que era algo prohibido, así que vas a hablar ahora y contestarás todas mis preguntas con completa honestidad o si no juró que voy a quitar cada uno de tus nervios con un cuchillo muy pequeño y después los atare y voy a columpiarme en ellos por todo Londres... O... tal vez debería entregarte a la Clave, el Cónsul es un amigo muy personal mío. Dudo que rechacé mis sugerencias de cómo sacarte la información que necesitó de una forma tan despiadada al estilo cazador de sombras o peor aún al estilo de cazador de sombras lunático que le encanta torturar vampiros.

— De acuerdo. Está bien... Está bien. Te diré todo lo que quieras.— dijo el chico precipitadamente. Estaba teniendo los ojos entrecerrados por el horror.

— ¿Qué pasó en ese lugar?— pregunto Anna. Mantenía su daga y el cuchillo firmes.

— No sabía que era. Me.. me habían invitado.— dijo el vampiro.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora