Anna es hija de Celine Montclaire y Stephen Herondale, después del levantamiento del círculo y la muerte de sus padres, la Clave descubre que Anna es parte cazadora de sombras y parte bruja. La inquisidora Herondale realiza un trato para que su niet...
Los lunes por las mañanas, solían salir a recostarse un rato cerca del lago. Llevaban dos años en la academia, y por lo tanto, dos años de noviazgo con Lauren.
Aquella mañana, Anna sostenía la cabeza de Lauren sobre su regazo, le acarició las suaves ondas del cabello de la chica Lovelace.
Un grito rompió aquel momento mágico. Ambas se miraron a los ojos poniendo atención si se oía de nuevo. Y así fue.
Lauren sacó un cuchillo serafín y Anna solo activo su runa de velocidad. Caminaron hacia el grito, entre los árboles. Anna tenía pavor al acercarse ahí, por qué estaría cada vez más cerca de la casa de los Wayland. Y aquel era el lugar de sus pesadillas.
Lauren era impulsiva, por lo que se aproximó a la puerta de aquella casa maldita. Cuándo intentó abrirla, no se podía. La casa fue abandonada desde el levantamiento del círculo.
Anna fue a revisar la parte trasera, ahí en la tierra se había dibujado un pentagrama, como si hubiese sido pintado hace mucho tiempo.
Se escuchó un quejido y después solo hubo silencio total, Anna corrió hacia Lauren, pero ella ya no estaba ahí.
La puerta estaba abierta, la oscuridad interior no dejaba ver nada a la imaginación. Dió un paso, cruzando el umbral y tomó la empuñadura de su espada con fuerza, lista para cualquier ataque.
Una vez estando adentro intento divisar algo sobre la oscuridad, pero la puerta se cerró y las luces se encendieron.
Entonces un cuchillo fue lanzado hacia ella, reaccionando ella giró y se arrojó hacía aquella silueta que podía moverse rápido. Anna dió un salto en el aire y se lanzó detrás de él, apuntando a su garganta con su espada. El chico, por que parecía la silueta de un chico, se soltó del agarre y la miró directo a los ojos.
Un aplauso emergió de un rincón. Un hombre con el traje de caza, salió a la luz. Pero Anna logró recordarlo.
Sin pensarlo más, arrojó un cuchillo hacía aquel hombre, lo que le dió tiempo al chico para retenerla.
—Luces tan grande —dijo el hombre. —La última vez, nos vimos en esta habitación.
—Valentine —siseó Anna.
—Sueltala, Jonathan —el chico obedeció a Valentine.
—¿Como sabremos que no intentará matarnos? —le preguntó.
Valentine sonrió —Porqué sabe que tenemos a su chica.
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