Recuerdos de un beso.

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Se habían separado después del encuentro con Johnny Rook y el Hermano Zarchariah había seguido su misión y ella había vuelto al Pont des Arts.

Ya casi era media noche, las calles de París estaban solas. Se quedó ahí viendo la luna, pensando que le diría a Lauren si la viera aquí. Le preguntaría sobre la razón de su partida y ella le contaría sobre cómo tuvo que viajar a través de todo el mundo solo para encontrarla.

Una tenue melodía comenzo a hacer eco entre el puente desolado. Comenzó a seguir aquella melodía hasta encontrase con una chica tocando un violín. Se acercó más a ella y entonces noto sus rasgos Seelie.
Era hermosa la manera en la que tocaba las cuerdas y movía el arco.

Cuando era pequeña Magnus le regaló una guitarra, era el único instrumento con el que se sentía a gusto. Aprendió a tocarla mientras iba a clases con una chica mundana.
Aveces intentaba mostrarle a Clarissa, la pequeña niña que su madre llevaba para que Magnus le quitará recuerdos. Sabía que su nombre era Jocelyn pero jamás quizo saber sobre la razón por la cual quería eliminar los recuerdos de su hija.

Quito su atención del hada cuando llevo sus manos a su cinturón.

A lo lejos del puente, desde la penumbra se deslumbró un par de siluetas.

Saco su estela y trazo la runa de agilidad sobre su clavícula. Comenzó a aproximarse a aquellas sombras.

Cecily, llamó a su cuchillo serafín. Parecían más de una docena de demonios Shax. Una chica cazadora de sombras de tez morena estaba luchando contra los demonios.

Lucille, llamó a su otro cuchillo. Los demonios comenzaron a ir tras ella y con un rápido giro, logró cortar a la mitad a cuatro de ellos. Otros diez parecían venir hacia ella. Anna se preparó pero otra silueta acuchillo a la mayoría de ellos con una larga espada. Anna no se detuvo a mirar a lo que también parecía una chica. Traía una larga gabardina negra lo que cubría su rostro y gran parte de su cabello. Siguío atacando a los demonios, terminado con los últimos tres.

La chica morena se sentó sobre el piso, cansada. Comenzó a marcar un iratze en su brazo izquierdo. Anna giro su vista a la chica de la gabardina, esta la estaba mirando directamente. Alzó un poco su capucha dejando escapar mechones de pelo negro.

— Susan Pontmercy!— dijo la chica del iratze.

— Anna Herondale!— respondió. Susan miro con preocupación a la otra chica, parecía sorprendida al mirar a su compañera.

Anna giro de nuevo su mirada hacia la chica de la gabardina. Las runas estaban marcadas en sus brazos, miro algo que le resultó familiar. Las uñas de aquella chica, pintadas de un rojo intenso.

La chica de un tirón se quitó la capucha dejando ver su rostro.

Anna sintió como si la ráfaga del viento le ubiese dando un golpe mortal,  aturdiendo sus sentidos.

— Lauren...— susurro sintiendo como su corazón latía tan rápidamente y tan intensamente como si se fuese a salir de su pecho.

Esta solo alzó sus ojos hacia ella, no había asombro en su rostro.

Anna se acercó a ella, toco levemente su mano. Y después la apretó, se arrojó a ella dándole un abrazo, dejando salir su alivio, intentando transmitirle su calor a Lauren.
Se separó para mirar su rostro.
Toco las puntas de su cabello que se encontraban sobre sus hombros, sintió el suave mucho azabache sobre sus dedos.
Lágrimas comenzaban a caer sobre las mejillas de Lauren. Anna tomo su rostro sobre su manos y la acercó a ella planteándole un beso.

Sintió los labios de Lauren, fríos contra los suyos pero aún así cada movimiento de sus labios se habia quedado grabado desde hace tanto tiempo, memorizando cada movimiento entre ese beso que las unía. Se separó un momento de ella para respirar sacando un jadeo, sus frentes estaban unidas y sus respiraciones chocaban.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora