Hablemos sobre romance...

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Llevaba un par de horas esperando a Magnus en su departamento. Había una camiseta azul manchada de vino sobre el sofá y dos copas sobre la mesita.

Magnus había estado aquí hace algún tiempo y con compañía, pero seguramente no tardaría en llegar.

Tomo la botella de vino y le dio un largo trago, gotas cayeron resbalando por su barbilla mojando la blusa negra que llevaba.

Sonidos y risas provenían del pasillo de afuera. Anna no se preocupó, fue a la habitación de Magnus y se dejó caer en la cama.

La puerta se escucho abrirse en un intento desesperado. Anna se levantó y salió al pasillo.

En frente en la puerta estaban tirados Magnus y otro chico, Anna estaba observando a cierta distancia. Magnus estaba encima del chico besandolo.

Se sintió incómodo, jamás había visto a Magnus besar a alguien de esa forma, con necesidad y pasión.

Anna vislumbró las runas sobre el cuello del chico, aún no dejaba ver su rostro pero cuando se separaron por un instante, ella se dio cuenta de quien era el chico misterioso. Reconocería la forma de su rostro en cualquier circunstancia. Se adentro de nuevo en la habitación de Magnus, esperaba por el Ángel que no se adentraran a continuar su sesión de besos en la habitación. Espero en silencio y después de un rato se escucho la puerta cerrarse. Salió a escondidas de la habitación, intentó que sus tacones no repiquerearan sobre el suelo.

Ahora Magnus estaba parado cerca del sofá pensando. Su compañero de besos ya no estaba ahí.

— He visto que has estado ocupado mientras no eh estado aquí.— dijo suavemente ella esperando que Magnus no se asustara.

Este se giro para verla, tardó un segundo en reconocerla y se lanzó a ella abrazandola. Anna respondió el abrazo con más fuerza. Al fin estaba de vuelta en casa. Sintió el cálido calor y cariño que Magnus le transmitía.

— Te eh echado de menos, cariño!— se separaron para mirarse a los ojos.

Magnus acarició con delicadeza el rostro de Anna.
Habían pasado seis años desde la última vez que la había visto y había estado tan cerca como para mirar los cambios en su rostro. Ya no era la misma niña de doce años que se habia ido con los ojos tristes a través de un portal, o la pequeña niña de cuatro años que lloraba todas las noches a escondidas por la muerte de sus padres. Ahora era una chica joven y hermosa, parecía como una chica sacada de un sueño, hermosa con sus largas pestañas y su cabello brillante. Olía a chocolate como siempre. Era hermosa como la hermana de Alec fue lo que pensó Magnus.

— Yo también, Magnus!— su voz sonaba más ronca pero fuerte. No le costaría acostumbrarse a la nueva Anna.

— Ya has comido? ¿Quieres café? O como ya eres mayor tal vez quieras un trago?— Magnus se habia imaginado siempre que cuando Anna fuese mayor irían a prestigiosos bares y clubes, se la imaginaba como su compañera de fiestas.

— No, estoy bien!— dijo mientras se sentaba en el sofá, Magnus la siguió.

— Y no vas a contarme sobre las magníficas aventuras de La Asombrosa Anna Herondale?—  Magnus hizo énfasis sobre el apodo con el que todos se dirigían hacia Anna.

En cada fiesta era siempre lo mismo, escuchaba murmullos entre el Submundo sobre las osadías que estaba realizando Anna, pero jamás quizo acercarse a informarse ya que siempre se decía que esperaría a que ella le contará sobre eso, se sentía orgulloso al pasar entre los pasillos y escuchar de la boca del Submundo "La Asombrosa Anna Herondale"

— Ahgg!— hizo un sonido de desagrado. — Odio ese apodo!— contestó ella. Magnus solo comenzo a reírse y Anna le sonrió, su sonrisa parecía ser como las de las actrices guapas de las películas.
— Que hay de ti? No vas a contarme sobre tu nuevo romance con Alec Lightwood?—

Magnus quedó sorprendido por la pregunta de Anna. No sonaba sería más bien divertida, tal vez los abría visto en tremenda escena sobre el piso. Seguramente ahora Anna entendería sobre cosas de parejas y romance, hace algunos meses había escuchado que estaba saliendo con un hombre lobo.

— Hoy fue nuestra primera cita!— dijo Magnus emocionado. Por un momento paso por la mente de el que le resultaría extraño contarle sobre Alec ya que el había sido como un hermano para Anna cuando eran niños, pero jamás se habia acercado a él de niño, ahora que lo pensaba, era extraño para el recordarlo.

Anna lo miro como si supiera lo que estaba pensando, ella siempre podía meterse en la mente de el y en la de todos los demás, no sabía cómo pero no se sentía angustiado de que Anna se metiera en su cabeza.

— Magnus!— susurro y tomó con fuerza la mano de el. — Estoy feliz por ti y si quieres mantener una relación con Alec, esta bien. Yo siempre te voy a apoyar!—
Magnus sabía que sus palabras eran honestas, ella siempre había sido honesta y el sabía que siempre podría confiar en ella.

𝑳𝑨 𝑯𝑰𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑴𝑨𝑮𝑵𝑼𝑺 𝑩𝑨𝑵𝑬 [𝑪𝑫𝑺] EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora